Se nos ha ido Jacinto Laciar. Padre, amigo, hermano, del grupo de la Esquina Colorada. Se distinguió por su bohemia hecha de sangre
cuyana, y yo creo que no hubo guitarrero y cantor de lo nuestro que no visitara su hermosa finquita, al pié de las Sierras Azules. Con el
aparcero Jorge Darío Bence a la cabeza. Así que imaginen el resto, no faltó nadie que lanzara arpegios y voz en el valle de Zonda.
Artesano del vino, un enamorado de la vida, nos llegaba todos los días con un saludo y una oración, para levantarnos el ánimo.
Justamente él, que se estaba muriendo, pero no dejó de alentarnos a mirar siempre adelante.
Le compuse estos versos, a la manera de una tonada. “¡Querido Jacinto, tarea cumplida! Llegaste a la vida con una misión. Armar tu familia, llenarte de amigos, que digan tus viejos “mi hijo el doctor”. Y darte los gustos que se da un cuyano, llevar la tonada en el corazón. De chico supiste hacer tus locuras, allá por la esquina que te vio nacer.
Los grandes te hicieron pasar vergüenza, tu padre una tarde en una reunión, de los radicales, pediste la palabra, y frente de todos vivaste a Perón. Tus “buenas y santas” de todos los días, llegaba a nosotros con una oración. Tal vez sin saberlo a Cristo ayudabas, a guiar su rebaño a la salvación. Por eso yo creo que vino a buscar, a tirar desde el cielo, en yunta los dos. Estarás con nosotros, aunque no te veamos, en cada juntada y oír de tu voz. Tu grito cuyano macho y bien potente, llegando hasta Zonda tu verde rincón. ¡Compadre Jacinto, pague esta tonada, con el vino nuevo de su selección. Así beberemos el vino de Cristo, ese nuevo amigo que hoy está con vos.
ORLANDO NAVARRO

