Cuando uno habla de España se refiere a algo muy cercano, en la lejanía geográfica. Suele suceder que si a los españoles les duele algo, algo nos duele a nosotros también. Quizá ocurra igualmente con Italia, pero no con la misma intensidad, ¿por qué será? Acaso porque España es la música que nos llega familiar y nos zamarrea los sentidos. O porque es eso que huele a mar, pero a "la” mar de Rafael Alberti ("En sueños la marejada me tira del corazón”), de Miguel de Unamuno ("¡Dime qué dices mar!”), de Antonio Gala ("Fue a la vera del mar, a medianoche”), y nos representa la pena hecha hambruna de la posguerra (1939), pero también la abundancia de fines del siglo XX. Hoy todos hablan de crisis. La economía va mal y la desocupación ya llega a más del 30 % de la población activa. La mayor destrucción de empleo se concentra en el sector público y el número de familias con todos sus miembros desocupados continúa creciendo, mientras las estadísticas indican que en el último verano se destruyeron casi 100 mil puestos de trabajo.

¿Adonde irán esos miles de jóvenes que buscan trabajo? ¿Adonde irán los adultos? Y aquellos que ya no podrán soñar con sus holgadas vacaciones ni cambiar el coche cada 3 o 4 años como antes. ¿Adónde irán los viejos que no perdieron jamás la memoria de la guerra civil (1936-1939) y de los años del aislamiento franquista que Perón y Evita primero (1947) y luego EEUU con Eisenhower (1959), supieron mitigar con gestos generosos que ya pocos recuerdan?

¿Adónde irán las ambiciones y las esperanzas de la España universalizada por fray Luis de León, García Lorca, Pérez Galdós, Valle-Inclán, Unamuno, Baroja, Ortega y Gasset, Cela, Picasso, Dalí..? ¡Tanta España hoy no puede caminar erguida! A pesar de ser esencial para la Europa unida y rigurosamente "alemana” de nuestros días. Mientras tanto, no hay que esperar de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, actitudes populistas porque es una conducta que no está en los libros de los miembros de la Unión Europea (UE). Más aún, se sabe que la estrategia es seguir con la actual política económica, con la esperanza de que la situación empiece a repuntar hacia fines de 2013 o en 2014”. Paralelamente, los españoles le critican a Rajoy que incumplió promesas como no subir los impuestos o no recortar subsidios por desempleo. Pero ahora se suma el escándalo de corrupción que golpea al Partido Popular (PP) gobernante y que parece alcanzar al propio presidente Rajoy, a 13 meses de asumir el cargo. Él mismo se ha preocupado en desmentirlo hasta en Alemania frente a la canciller Ángela Merkel. Por otra parte, la otra evidencia de la gran crisis indica que los extranjeros que se van de España son cada vez más. Unos 126 mil que dejaron el país en el 2012, de los cuales el 32 % contaba con la ciudadanía española (datos del Instituto Nacional de Estadística español).

En tiempos de crisis fuertes, en el célebre Gran Café "Gijón” del madrileño Paseo de Recoletos, bendito escenario de grandes tertulias literarias a las que asistí varias veces en más de una década, se suele analizar al fundador de la prosa castellana, Alfonso El Sabio, que entre sus muchas y elogiadas obras, el libro de "Las Siete Partidas” contiene profundas consideraciones relativas a la moral y la educación, al arte de gobernar y a las relaciones entre los diversos factores de la vida política del país. O a ese poeta lírico y notable satírico, Francisco de Quevedo, quien indignado transmitió con autoridad su critica por la corrupción de las costumbres y otros males de la patria, en su célebre letrilla burlesca de "Poderoso caballero es don Dinero”.

¡Mucha España en reserva! Quizá todo ese pasado necesita mostrar su enseñanza en estos tiempos de desvaríos. Porque, ¿qué pasaría si el pueblo español se rebelara ante tanto fracaso? ¿Hasta dónde llegaría la bronca? ¡Que lo digan los ya emblemáticos "Indignados”! Lo cierto es que el desenlace de esta crisis no podrá ser "La suerte o la muerte”, como en los versos de Gerardo Diego a las figuras del toreo, sino que España deberá salir con trabajo, sello del "españolito de a pie”, como llaman allí al ciudadano medio.

A todo ello se suma que los máximos dirigentes del PSOE (Partido Socialista Obrero Español), encabezados por Alfredo Rubalcaba (muy lejos del brillante y eficaz Felipe González), no tienen suficiente autoridad para reclamar renuncias porque sólo un año atrás dejaron el país en bancarrota. Y si éramos pocos, parió la abuela: el rey Juan Carlos, su supuesta amante, los elefantes muertos y el yerno que abusó de su condición de duque de Palma de Mallorca, título a punto de perder.

Todo suena a jaleo de bulerías (baile con el que se cierra una juerga flamenca). ¿Veremos pronto a España aserenada? Es la esperanza que no debe perderse. Y la frase final, dramática quizá, podemos construirla con el lenguaje habitual de los vecinos en cualquier café o bar de los centenares que hay en la península ibérica: "Oye, ¿España anda coja? Será porque se ha puesto mal de la pierna sana”.

(*) Periodista. Ex redactor de la agencia Europa Press R. (Madrid)