Casi no pasa un día sin que Maduro haga nuevas declaraciones o tome acciones -como el cierre de la frontera con Colombia- que aumenten la sospecha de que está creando condiciones para un "autogolpe” y suspender la votación, dicen fuentes opositoras. Maduro ha utilizado a jueces controlados por el gobierno para encarcelar a los principales líderes opositores, como Leopoldo López, bajo cargos absurdos, y ha inhabilitado a 10 líderes opositores, incluyendo la carismática excongresista María Corina Machado.
Además, ha dicho que Venezuela no permitirá que observadores de la OEA supervisen las elecciones, y que sólo habrá un "acompañamiento electoral” de la Unasur, organismo que ha sido benévolo con el gobierno de Maduro. Pero todas estas triquiñuelas no le alcanzarán para ganar en diciembre. Con una inflación anual proyectada de un 180% este año, la más alta del mundo, y una economía que se ha desplomado más de 5%, cada vez más venezolanos están contra su gobierno "revolucionario”.
Según una encuesta de Datanálisis, 87,2% de los venezolanos dicen que la situación del país es "mala” o "muy mala”, y el 70,4% desaprueba la gestión de Maduro. Si las elecciones legislativas se celebraran hoy, la coalición opositora MUD ganaría por un margen de 23%, dice Datanálisis. "Hasta ahora, el gobierno había recurrido a todo tipo de trucos para ganar las elecciones”, dice la politóloga María Teresa Romero. Pero ante el descontento generalizado, ha comenzado a acusar a la oposición de todo tipo de crímenes, y crea un clima de caos como excusa para anular las elecciones.
Maduro presentó un video que muestra a un prisionero acusado de asesinato alegando que los legisladores estadounidenses Marco Rubio e Ileana Ros-Lehtinen, el expresidente colombiano Álvaro Uribe, la actriz María Conchita Alonso y líderes de la oposición le habían pagado a él y a otros para desestabilizar a Venezuela. "El deterioro acelerado de la crisis política de Venezuela es motivo de creciente preocupación”, dice el International Crisis Group, un centro de estudios dedicado a tratar de prevenir conflictos. "Si no se aborda pronto y de manera decisiva, se convertirá en un desastre humanitario”.
Los vecinos de Venezuela, especialmente Brasil y Colombia, están jugando con fuego al no presionar más a Maduro para que permita observadores internacionales creíbles, de la OEA o de la Unión Europea, en las elecciones de diciembre. Una escalada de la violencia política podría convertir a Venezuela en un estado sin ley, donde podrían asentarse guerrilleros y narcotraficantes, desestabilizar a los países vecinos, y provocar una emigración masiva.
Los países latinoamericanos dejen de hacerse los distraídos, y presionar a Maduro para que celebre elecciones creíbles que puedan crear el consenso necesario para que Venezuela supere su crisis, antes de que sea demasiado tarde.
