Estados Unidos se opone a la participación de Cuba porque la Cumbre de las Américas de Quebec en 2001 acordó que "el estricto respeto por el sistema democrático” es una "condición esencial de nuestra presencia en ésta y en futuras cumbres”. Pero Panamá, sede de la cumbre de abril de 2015, invitará a Cuba a pedido de los demás países latinoamericanos, que exigieron a la OEA la presencia de Cuba "en igualdad de condiciones” con todas las otras naciones.

El tema es importante para Washington, porque las Cumbres de las Américas son las únicas ocasiones en que los presidentes estadounidenses se reúnen con todos los líderes latinoamericanos para establecer una agenda común. En los últimos años, Brasil y Venezuela han creado otras instituciones regionales -como Unasur y CELAC- que dejan fuera a Washington de las decisiones regionales.

Obama enfrenta una decisión difícil: si asiste a la Cumbre de Panamá junto a Castro, la derecha estadounidense lo acusará de haberse rendido ante la diplomacia cubano-venezolana. Por otra parte, si Obama no va a Panamá, otros críticos lo acusarán de haber dictado una sentencia de muerte al más alto foro diplomático en la región en que EEUU tiene alguna influencia en Latinoamérica.

Richard Feinberg, exfuncionario de la Casa Blanca y arquitecto de la primera Cumbre en 1994, me dijo que "si el presidente Obama no va a Panamá y envía a un representante, será el fin de las cumbres interamericanas, y significará la entrega del campo de juego a los cubanos, venezolanos y brasileños”. La vocera del Departamento de Estado Angela Cervetti dice que "Estados Unidos respeta que Panamá sea el anfitrión y que decida a quien invitar”. Pero agregó en la cumbre de Quebec de 2001 se decidió que solo debían asistir las naciones democráticas, y que "no deberíamos debilitar los compromisos anteriores sino alentar el cambio democrático en Cuba”. Mi traducción: el gobierno aún no tiene claro qué hacer.

Si Obama no va a Panamá por principios, podría enviar a Biden, un probable candidato a la presidencia, y el menos interesado en ir a la cumbre. Otra opción para Obama sería poner condiciones a Cuba, como exigir que haga un gesto de apertura política, o que sea invitada como "país observador”, igual que China y Rusia, países observadores de la OEA. Pero tampoco funcionaría, porque una votación de 2009 en la OEA abrió el camino para que Cuba regrese a la comunidad diplomática interamericana como miembro pleno.

Mi opinión: Obama debería algo audaz, como asistir a la cumbre y ceder la mitad del tiempo de su discurso inaugural a un disidente cubano -alguien como la bloguera Yoani Sánchez- para robarle las cámaras al dictador militar cubano y apoyar al pueblo de Cuba.

La oradora de la oposición cubana tendría de esta manera un podio inigualable para contarle al mundo sobre la represión gubernamental y la pobreza en la que vive el pueblo cubano desde hace más de cinco décadas. Así, Obama podría evitar el colapso de la cumbre interamericana, argumentar que puede ceder el tiempo de su discurso a quien quiera, y defender el principio de la democracia en la región.