Los sanjuaninos de la Capital vivimos en una urbe nueva, pero si lo pensamos un segundo más, convivimos en dos ciudades, la actual y la de la memoria. Es una experiencia muy nuestra. La modernidad, que avanzó audaz sobre los escombros, no dejó murallas con solera, salvo dos o tres heredades con prosapia de libro: la Casa de Sarmiento, el Convento de Santo Domingo y la Celda Histórica, la ex escuela Normal San Martín, hoy Museo Histórico "Agustín Gnecco", entre otros. Es que pasamos, en un santiamén, de un rostro legendariamente hispánico, a otro sin una estética en particular, que los especialistas de la arquitectura no han definido, y que quizá un día, se cree, termine llamándose "sanjuanino". En medio de todo, mientras algunos vecinos añosos miran de reojo los recuerdos y fotos antiguas, como compadeciéndose del brillo de lo nuevo, la mayoría nos hemos acostumbrado a navegar sobre calles rectas, manzanas perfectas y casas de hasta apenas dos pisos, aunque día a día más edificios han alterado el "orden natural" de una ciudad sísmica, y emergen con perfiles gallardos y pretensiosamente aéreos. Por otra parte, todos sabemos que esta Capital muy pronto se ganó el mote de "la ciudad más limpia del país", y si bien hoy las veredas no brillan como antes porque las costumbres de los vecinos son distintas y hay varios sectores en reparación, salta a la luz la limpieza, obra de los empleados municipales, porque el mecanismo de trabajo de esa área, según se ha informado, tiene en cuenta los usos y las necesidades de cada zona, tránsito de personas y vehículos, actividades comerciales o culturales, y zonas de ocio o recreo.


Siempre en este entorno de espacios al aire libre, aparece un problema por el que nos hacemos una pregunta, ¿llegará el día en que las redes y conductos aéreos de electricidad y otros servicios pasarán a ser subterráneos como en las ciudades del primer mundo? Afortunadamente el primer ejemplo lo tendremos pronto con la obra de remodelación de la Peatonal de la Ciudad, en cuyo anuncio el Intendente Franco Aranda ha asegurado la eliminación de mallas o tuberías externas.


Pero cuando hablamos de la Ciudad que creció, de los más de cien mil visitantes que diariamente se suman a los cien mil que la habitan, aparece el tema de las veredas que fue otra seña de identidad de la ciudad de San Juan tras la reconstrucción. También está la Plaza 25 de Mayo que acaba de vivir un curioso impacto con motivo de la recuperación en la Municipalidad de la Capital, de un antiguo molde productor de las baldosas tradicionales "mil líneas". Así, con el mismo material de antaño, color, etc., se concretó la fabricación de mosaicos (más de 1.000 m2) para la reposición de faltantes, en una obra de no poca duración que hemos visto todos y que devuelve al paseo principal el nostálgico rostro original. A ello se suma que todo este paisaje se ha visto impactado desde hace pocos meses por la multiplicación de obras municipales de accesibilidad en el tránsito peatonal que facilitan el paseo para niños, ancianos y personas con alguna discapacidad motor.


De 1944 a 2018 han pasado nada menos que 74 años. Si bien la reconstrucción tardó más de lo esperado, la reciente evolución de la Ciudad ha sido clave porque hoy podemos disfrutar de una lozanía arquitectónica en lo cultural con su nuevo Teatro, su impactante Museo de Bellas Artes y la política municipal de recuperación hídrica y arbórea de las plazas. A ello se suma una programación cultural local innovadora e inclusiva, que ha llevado a ser distinguida por Cultura de la Nación como Ciudad Creativa hasta fines de 2019. El mejor homenaje a los que quedaron bajo los escombros y cuya memoria veneraremos siempre.