A juzgar por cómo empezó, el 2018 será a puro gritos. El estilo lo impone el presidente Donald Trump. Comenzó exclamando furioso que es "realmente inteligente" y un "genio muy estable" en contra de Fuego y furia, el libro de Michael Wolff que lo define demasiado vacilante y no apto mentalmente para gobernar.


También se escuchó el grito de varias actrices vestidas de negro que desde la ceremonia de los Golden Globes, y aunadas por un discurso inspirador de Oprah Winfrey, desafiaron el acoso sexual perpetrado por hombres poderosos. En contrapartida, otro grupo, encabezado por la actriz francesa Katerhine Deneuve, defenestró al movimiento #MeToo por su "excesivo puritanismo", argumentando que pone en la misma bolsa al flirteo y la galantería que a la violación o a la posible conducta amoral que a la ilegal. Le respondieron con ladridos, igual que a Meryl Streep, por ser demasiada condescendiente con los abusadores.

Donald Trum vs. Kim Jong-un.


El año pinta que las formas primarán sobre la esencia, que la discusión polarizada se sobrepondrá al diálogo. Habrá más negro sobre blanco que matices de grises. Todos quieren tener razón, ser influyentes y tener impacto. Se seguirá desdeñando el perfil bajo, a quienes eluden las controversias o hacen magia para proteger su intimidad. De ahí las críticas furibundas contra Enrique Iglesias y Anna Kournikova por ocultar el embarazo o construir un muro para bloquear a paparazis y curiosos.


En una época híper tecnológica le resultará difícil a la famosa pareja evitar que los drones no invadan la intimidad de sus mellizos. Las tecnologías no sólo han hecho la vida menos privada, desde que se gritan logros y tristezas o se expone a los hijos en Facebook e Instagram, sino que trajeron más desafíos.


Mark Zuckerberg, cuyas resoluciones pasadas era visitar los 50 estados o leer varios libros por mes, en este 2018 quiere arreglar Facebook para no seguir distribuyendo noticias falsas a mansalva. Y en el año en que florecerán los automóviles sin conductores, preocupan los nuevos crímenes que se adivinan. Los vehículos autónomos podrían ser utilizados para el narcomenudeo o, hackeados por terroristas, ser usados en la nueva modalidad de atropellar peatones en zonas turísticas y congestionadas.


El mayor desafío del año, sin embargo, tendrá que ver con el ruido del griterío grosero y entender por qué la libertad de expresión, la censura y la autorregulación no son elementos que se pueden aplicar a todos por igual. Hay personas con menos derechos y personas con más obligaciones.


Acertada fue la explicación de Twitter ante una avalancha de gente que frente a su edificio en San Francisco pedía que apaguen la cuenta de Trump por sus tuits que rayan con la apología de la violencia, la discriminación y el incentivo del discurso de odio o por haberse enfrascado en una discusión infantil con el líder norcoreano sobre quién tenía sobre el escritorio el botón nuclear más grande y destructivo.


En un comunicado sobre "Líderes mundiales en Twitter", la red social, que censura cuentas de cualquier hijo de vecino por esas infracciones, argumentó que no los bloqueará por el "enorme impacto" que tienen y por su papel relevante en la "conversación global y pública".