Luego del sismo, las imágenes de la destrucción y el dolor, conmovieron a los argentinos que organizaron ayudas para San Juan.


Setenta y ocho años transcurrieron de aquel fatídico terremoto del 15 de enero de 1944. Coincide que este año esa fecha se recuerda un día sábado. Existen varias crónicas, como las periodísticas, que narran sucesos de aquellas jornadas. Además, para aquellos que nos preocupamos por rescatar sucesos inmersos en ese intrincado laberinto que constituye nuestro pasado local, el terremoto de 1944 representa un acontecimiento único, una veta o filón de donde se extraen innumerables actos cargados de intrepidez.


Desde mi niñez me nutrí de los más variados relatos acerca de los sucesos que vivió este heroico pueblo, como así también de historias referidas a las peripecias afanosas que conllevaron determinados individuos, auténticos héroes anónimos, para poder superar la tragedia. Por esta razón trato de rescatar algunos eventos que resultan interesante incorporar a ese gran universo constituido por la memoria oral colectiva de aquel desventurado 15 de enero, o escudriñar fuentes gráficas para descubrir nuevos datos y poder realizar algún aporte.

  • Relato en primera persona

Entre los testimonios escritos -como dije-, resulta interesante transcribir cómo vivió aquella dolorosa jornada un periodista del entonces "Diario Tribuna", Eleodoro Ramírez. El cronista, al año de haberse producido la tragedia, expresaba: "El terremoto del 15 de enero de 1944 abarcó una extensa zona de la provincia. Todos los testimonios hablan de la violencia y desastrosa sacudida que en contados segundos destruyó para siempre la seguridad de toda una vida (...)".


El autor de estos apuntes se encontró accidentalmente en el Diario Tribuna, conversaba con uno de sus copropietarios, de asuntos del momento "(...) a la primera sacudida nos corrimos al centro. Allí nos reunimos ocho personas. Instintivamente formamos un círculo a modo de una ronda escolar; nuestras cabezas eran juguetes de la dirección del movimiento; bajo nuestros pies el suelo se hundía; la casa se estremecía; a nuestro alrededor todo se desplomaba; se escuchaban ruidos aterradores, rumores de confusión; una espesa polvareda obscureció el ambiente: Fui el segundo que abandonó la casa".


En otro tramo de su relato dijo que "en la calle, en el trayecto que cubre desde Mendoza por Santa Fe hasta Rivadavia al 1200, he presenciado escenas que no olvidaré; pedidos de socorro, voces lastimeras, un cadáver tendido sobre unos escombros, risotadas de una mujer que corría con un chico en sus brazos, para mí, se había vuelto loca; en mi carrera por entre los escombros percibía los débiles suspiros de alguien que vivía y aún estaba sepultado. Vi también a un ensimismado que lloraba al contemplar las ruinas de su hogar...".


Estos relatos tienen el valor de la persona que vivió un momento sin precedentes que conmovió los cimientos materiales como emocionales de los sanjuaninos que sufrieron semejante poderío de la naturaleza.

Por Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magíster en Historia