Semana complicada para el Gobierno: la pobreza, la minería, La Renga y otras yerbas, pusieron a prueba en pocos días la capacidad del Ejecutivo para conducir la provincia. La administración pública es así, tiene vaivenes que mezclan lo político con lo institucional, lo programado con lo inesperado, las buenas y las malas, todo en pocas horas y con todos esperando las decisiones correctas a cada segundo. Como si quien conduce fuese de otro planeta y tuviera la varita mágica en la mano, todo el tiempo. El balance es negativo, obviamente, porque por más esfuerzo que se ponga para mitigar los impactos públicos, la verdad es que hay muchos pobres, es casi imposible comunicar bien cuando se habla de minería y la gente cada vez cree menos en todo. Ese es el escenario. ¿Qué hizo el gobierno para defenderse? Uñac usó su sello: fuerte y ya. Lo hizo así con la crisis de la Policía cuando le tocó reemplazarlo a Gioja, lo hizo con el anterior derrame dando una conferencia de prensa a las doce de la noche; y esta semana con la minería y el inesperado espanto de La Renga en San Juan. ¿Le salió bien? Retomó el mando, que es lo importante. Un gobernante nunca tiene que perder el timón. Nos vamos a tener que acostumbrar el resto de los sanjuaninos a este tipo de reacciones, que es la forma de este gobernador, es el estilo. Los periodistas deportivos suelen usar la frase "a lo Boca", para decir que un equipo de fútbol no jugó muy bien, pero ganó. Uñac tiene esa impronta, y sabe que perder la agenda es perder el partido. No la perdió, se aferró a ella y la retuvo. Igual, la película recién empieza.  


Casualmente, o no, todo nació el martes pasado, más o menos a la misma hora. Alrededor de las 16 el Indec informaba que la pobreza había descendido menos de dos puntos en el país y que San Juan llegaba a la friolera del 43,5 por ciento. Casi el 50 por ciento más que el promedio nacional. Una hora y pico después se producía el ya famoso desacople de un caño en la mina Veladero que terminó en el innecesario escándalo de días sucesivos. Claro, la lentitud en la información provocó que los sanjuaninos nos enteráramos recién a las 9 del día siguiente por una publicación en este diario, pero el drama había nacido varias horas antes.  


En cuanto a la pobreza, el periodista Ricardo Olivera, columnista de DIARIO DE CUYO, escribió una interesante interpretación de los números del instituto estadístico, mucho más precisa que el cuestionamiento que hizo el gobierno luego de comparar, caprichosamente, los porcentajes de desocupación con los de la pobreza (ver página 10). 


Respecto de Veladero, que fue el problema que más críticas acarreó, bien vale hacer algunas consideraciones: primero que nada, hay que decir que casi no pasó nada. El incidente minero fue visto, controlado e informado a tiempo. Que no debe ocurrir, es cierto, que bien sirve para revisar toda la cadena de producción y que el gobierno debe ser inflexible, también es real. Pero se exageró, lamentablemente. Uñac luego de ver las inevitables críticas que le surgieron y como no tiene compromisos de ningún tipo con la compañía, mandó llamar a los más altos jefes, condicionando incluso la continuidad de Barrick en la provincia. Exagerado. Es probable que el mandatario haya cometido un error no ahora, si no en el incidente anterior, cuando dijo que era "la última" que le permitía a la compañía. Elevó demasiado la vara. Y ahora tiene que volver a levantar la apuesta, porque la sociedad se lo requirió. Lo hizo. ¿Habrá consecuencias? La onza de oro ronda los 1.200 dólares, Veladero pesa mucho dentro de la estructura mundial de la empresa canadiense y hay un escenario nacional favorable. Ninguna empresa del mundo se iría con esas variables. Barrick no se va a ir. El problema es la imagen al mundo minero. San Juan está entre las provincias que mejores garantías dan para las inversiones extranjeras en materia minera. Justamente la estabilidad es lo que rescatan. Si un gobernador amaga con echar a una empresa por un error menor, eso no atrae a nadie. En el gobierno justifican esa maniobra argumentando que lo que está en riesgo es la licencia social para la minaría, que va mucho más allá de Barrick. Dicen que si no son fuertes ahora, la gente va a terminar confirmando lo que ya comenta la calle: que las empresas mineras, y en especial Barrick, hacen lo que quieren y que el Estado no es capaz de controlarlas. El que está en minería sabe bien que eso no es así, pero es lo que la gente comenta en las calles. Y es lo que dicen algunos desinformados en Buenos Aires, lamentablemente. 


En el Gobierno deben rescatar la acción, nada más. Hubo capacidad de reacción, se tomó nota de lo ocurrido y se establecieron estrategias. ¿Funcionó? Uñac demostró que no le teme a la multinacional. Y a la gente eso le cayó muy bien. Volvió a separar su imagen de la compañía, algo que no ocurría con José Luis Gioja. Jáchal, la zona más combativa contra los gringos, no acusó recibo. Hubo una manifestación, pero fue absolutamente menor a las anteriores. Tal vez el esfuerzo antiminero ya desapareciendo, o tal vez todos sabían que el incidente es mucho más chico que los anteriores.  


Y el último problema de la semana lo protagonizó una banda de rock. Palabras más, palabras menos, el organizador del recital de La Renga acusó al gobierno de discriminarlos, porque primero les dijeron que podían tocar en el Autódromo, y después les comunicaron que no. Primero: el organizador admitió en una entrevista en Radio 10 de Buenos Aires que nunca tuvo autorización firmada, por tanto nunca lo autorizaron. Segundo: el gobierno no quería poner a disposición media policía de San Juan a riesgo de que los mataran a golpes. Tercero: la provincia tiene la potestad de autorizar o no un show, porque si no, saquemos las autorizaciones y que, por ejemplo, el impresentable del Indio Solari venga en un jet privado, rompa todo, y luego que se vaya sin pagar un peso. En esta última, bien por el gobierno. 


En resumen, lo que pasó en la semana sacó a relucir la forma que tiene Uñac para enfrentar los problemas. Si hizo bien o mal, el tiempo lo dirá. Por ahora, ante la adversidad, retuvo la capacidad de agenda, el manejo, que no es poco.