A partir de 2004, la producción ladrillera artesanal fue incorporada al ámbito de la minería argentina, con el propósito de otorgarles un marco normativo y asistencial a las 155.000 familias que viven en el país de la producción un insumo básico de la construcción, como es el ladrillo. Según la estadística publicada por la Secretaría de Minería de la Nación, por cada localidad de 800 habitantes existe al menos un horno de ladrillo, generando empleo para la región, no obstante haber sido considerada históricamente como una industria marginal y, consecuentemente, con grandes desventajas comparativas, a pesar de constituir un sector estratégico para el desarrollo de la construcción.
Las autoridades ahora avanzan en la implementación del Programa de Eficiencia Energética en Ladrilleras Artesanales América Latina (EELA), mediante un convenio celebrado con la Fundación de Cooperación Suiza para el Desarrollo y la Universidad Tecnológica Nacional, que tiene un proceso de tres etapas, con una de ellas que prevé la construcción de un parque ladrillero en la provincia de San Juan, según el informe oficial.
Además, el plan comprende la capacitación de productores ladrilleros y el desarrollo de cadenas de impacto, desde los sectores productivos a los proveedores de insumos ladrilleros, todo ello mediante talleres realizados con los productores de las cinco regiones del país, a fin de formarlos en la aplicación de la metodología de la próxima etapa de trabajo. Esta asistencia técnica y operativa fortalece a un sector de la construcción que se mantenía fuera del contexto de proveedores reconocidos orgánicamente en el área de la edificación no obstante su participación con un insumo vital.