Discursos previos del ex mandatario venezolano Hugo Chávez siempre incluían menciones a favor de Irán, de su plan nuclear del que siempre sostuvo tenía propósitos energéticos y pacíficos- y un apoyo irrestricto al radical ex presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, quien se daba maña para negar el Holocausto y protestar contra las represalias económicas que le imponía Estados Unidos.
El flamante presidente iraní, Hasan Rohaní, cambió todas las reglas de juego, incluso las que con insistencia defendía Ahmadineyad. En la reunión de la ONU Rohaní dio un discurso conciliador, dijo que su país se sometería a investigaciones y vigilancia sobre su estrategia nuclear y confirmó que las reuniones con EEUU proseguirán el 15 de octubre en Ginebra, proponiendo que un acuerdo debería alcanzarse en menos de tres meses.
Más pruebas que esas no se necesitaron para que algo de esperanza se avizorara entre medio de tantas amenazas que por décadas expresaron Irán, Israel, EEUU y Rusia sobre la eventualidad de una tragedia nuclear. Es obvio que el régimen clerical persa, como potencia petrolífera, quiere insertarse en el contexto económico global y quitarse de encima sanciones económicas que no le permiten desarrollar su pleno potencial.
Estos guiños positivos entre Barack Obama y Hasan Rohaní, por un nuevo camino diplomático, demuestran que de un momento a otro las palabras y las acciones pueden cambiar. El inesperado diálogo telefónico de los presidentes, el viernes último, rompió 34 años de silencio entre Irán y EEUU. Fue la primera conversación de los máximos dirigentes de ambos países desde la revolución islámica de 1979 y reforzaron las señales de apertura del nuevo líder iraní hacia Occidente.
Se concretó asío un acercamiento, iniciado hace algunas semanas y acelerado en los últimos días, en el marco de la Asamblea General de la ONU.
Habrá que observar con atención la actitud que sobre este tema adoptará el gobierno de Nicolás Maduro. No tan solo ante el tema iraní, porque su socio abandonó un discurso agresivo y anti estadounidense, sino también por los nuevos arreglos que alcanzó la comunidad internacional sobre Siria, un gobierno que admitió tener un arsenal químico, y que siempre fue defendido a capa y espada por el chavismo venezolano.
Da la sensación que Maduro se quedó afuera de estos intríngulis diplomáticos y difícil le resultará articular un nuevo discurso. Es que su intención siempre fue hacer ruido y guardarse un lugar en la historia como un líder capaz de desafiar a la comunidad internacional y, muy especialmente, al gobierno de Washington, tratando de buscar el mismo efecto que siempre se arrogó el ex presidente cubano, Fidel Castro, aduciendo atentados y amenazas contra su vida.