¡Pero si hace poquito nos cruzamos en calle Entre Ríos y vos ibas con tu sonrisa al frente derrochando bonhomía! Seguramente enfilabas para la confitería de Platero, donde -dicen- te juntabas con gente del fútbol a hablar de eso que amaste toda la vida y por lo cual la vida te sonrió porque, a la larga, los amores retribuyen.

Víctor Meglioli. 

Grande ya, trajinado de campos de césped y tribunas vibrantes, encanecido de auroras fértiles y de tanto cargar al hombro jornadas de lucha por lo que tanto quisiste, te has ido por un rato, Víctor Meglioli. Ya volverá a la estadios de San Juan tu larga ausencia encarnada en presentes palabras sanas y sabiduría adquirida en la universidad de la calle y sobre todo la enseñanzas que dan las buenas angustias, sentado en un tablón futbolero o a la orilla de la raya blanca conduciendo los pibes a la gloria inefable de embocar la redonda en un arco.


Tuve con vos los primeros contactos siendo yo un adolescente, agrandado presidente del querido Independiente de la esquina de República del Líbano y España, cuando te buscamos como técnico y entonces conocimos al tipo simple y sabio que eras, sobre todo para comunicarte con la gente, para arengar los jugadores. Días de aquel "rojo" de los múltiple ingenieros, porque el club había echado anclas en el Consejo de Reconstrucción de San Juan, donde el ingeniero Raúl Suárez (tipo simpático si los hay) se encargó de convencer a todos sus colegas de integrarse al club de la camiseta roja. Entre muchos otros: ¿Dónde andarán sus pulsos afiebrados por la pasión del deporte más popular del mundo, los ingenieros De Estéfano, Tascheret, Ocaña, Montes Romaní, Seina, Diamante Giuliani, Baigorrí, y tantos otros de la legión que se ubicaba en la pequeña tribuna de cemento del costado Norte?


De pasta pasional eras, Víctor Meglioli. Tu querido Independiente de Villla Obrera, donde luego fuiste presidente por más de veinte años, donde dejaste jirones de tu buena vida, te extraña. El agreste piso de la famosa "boutique", la cancha de tus amores, ha entrado por un momento en la perturbación de las ausencias. Chimbas humilde te busca por esquinas barriales de hombres duros y mujeres esforzadas. Las calles de la ciudad de San Juan han perdido un sueño y ganado un dolor. Por casi todos los gloriosos clubes de esta provincia tu palabra señera y sencilla ha quedado grabada en el aire frutal y vibrante de tardes de fútbol irrepetible, porque las epopeyas de este gran deporte no tienen jornadas iguales, disfrutes o sufrimientos iguales.


Amigo Víctor Meglioli, amigo de los sanjuaninos, hombre bueno y buen hombre, retorna por las orillas pintadas de blanco de las canchas y los alambrados en encrucijadas. Que tu recuerdo no duerma más.