El gesto de Nahitan Nández, futbolista uruguayo, que no podía creer la falta de respeto del público en medio del Himno Nacional argentino. Detrás, la banda de música y al fondo el público.


Como ácido que corroe, así es la carencia de valores morales en la Argentina. Se trata de una creciente disolución social que progresa transversalmente desde hace décadas en nuestro país con la intención de convertirse en cultural. Una de esas aristas se da con la falta de respeto a los símbolos patrios. Ejemplos hay de sobra, como cuando se le colocan leyendas a la bandera, no se respeta la Constitución Nacional por parte de gobiernos de turno y de los habitantes de la nación. En alguna escuela de Buenos Aires hasta se llegó a reemplazar el himno a la bandera por la marcha peronista. Hace unos meses en Neuquén, un grupo intolerante de personas feministas, quemó una bandera argentina en una localidad de la provincia de Chubut. Y así, un rosario de atrocidades, en nombre de la democracia, de la libertades y de tantas sin razón. Y, como un golpe bajo y artero, el domingo pasado, en una actividad deportiva en el estadio de Vélez Sarsfield, en Capital Federal, la concurrencia se dedicó a insultar a un jugador de fútbol del equipo contrario al local, mientras una banda militar ejecutaba los acordes del Himno Nacional Argentino. Se mansilló uno de los símbolos que nos identifica ante el mundo como un país. Fue tal la falta de respeto, que un futbolista extranjero hizo gestos y luego dijo que: "En Argentina se valora más que un futbolista pase a otro equipo que al Himno Nacional. No puedo creer tanta falta de respeto''. En redes sociales, un usuario extranjero dijo: "si los argentinos no se respetan entre ellos, difícilmente los respeten los demás países del mundo''. Lo que llama poderosamente la atención es que en el caso del domingo pasado como en los demás enunciados, la Justicia por medio de alguna fiscalía no actuó de oficio ante tamaña afrenta a los símbolos patrios. Esto es algo preocupante que todos los sectores de la sociedad debieran señalar y exigir acciones concretas, lo mismo que de los gobiernos provinciales y nacionales de turno. Sin dudas, llevamos un largo tiempo de barbarie populista, donde los derechos se transforman en libertinaje y se exceptúan los deberes. Un país donde se manipulan las leyes o se las legisla de manera que sean propicias para algún sector. Y, muchas de ellas son blandas, con intencionalidad de favorecer a grupos políticos que se victimizan cuando son imputados por la Justicia, luego de haber pruebas fehacientes de delitos por parte de sus miembros. Así las cosas, el ciudadano común, el que por sobre todas las cosas ama a nuestra querida nación Argentina, sufre y le duele el escarnio que provocan diversos sectores de la sociedad que se escudan detrás de la libertad que la democracia les ofrece, a cambio de mansillar símbolos patrios e instituciones democráticas.


Solo se podrá salir de estas conductas irracionales, de personajes egoístas y nefastos que ostentaron y persiguen el poder, manipulando masas, cuando aprendamos y nos sujetemos a practicar los valores morales y a la Constitución Nacional. Debemos elegir entre ser un país civilizado o solo un territorio, un conglomerado donde reine la barbarie y sea fácilmente dominado por otras naciones y culturas.

Por Ramón Ochova
Poeta Costumbrista