Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, fijados en el año 2000 por las Naciones Unidas sobre el compromisos de los 189 países miembros para emprender acciones destinadas a la erradicación de la pobreza, establecer la educación primaria universal, la igualdad entre géneros, frenar la mortalidad infantil, la materna, el avance del VIH/sida y hacer sustentable el medio ambiente, concluyen este año.
El balance no hace falta pormenorizarlo, los resultados son parciales aunque significativos en la promoción del desarrollo humano, pero lejos del equilibrio de las economías ricas con las emergentes, o el compromiso ecológico. La frustración en la situación financiera, está marcada por las crisis que se sucedieron en estos quince años, como el caso de Grecia.
Por eso la ONU busca cerrar el ciclo con una nueva agenda, basada en premisas globales cuyo éxito dependerá de la combinación del crecimiento económico para reducir la pobreza y la protección del medio ambiente. En un nuevo informe del International Resource Panel, un grupo de científicos y expertos que abordan el uso de los recursos en todo el mundo, aconsejan las estrategias a seguir considerando la prioridad política con acciones para desvincular el crecimiento económico del uso de recursos naturales.
Ahora los Objetivos de Desarrollo Sostenible, tal el nombre de la nueva agenda global, incluirán 17 grandes aspiraciones a 15 años, como terminar con la pobreza y el hambre, garantizar educación y salud para todos y reducir las desigualdades. Estas metas sustituirán a los objetivos anteriores con la experiencia recogida. Por eso no se centrará únicamente en las zonas menos desarrolladas, será más concreta y con compromisos ciertos de financiación. Pero, fundamentalmente, desvinculando el crecimiento económico del uso de recursos naturales.
Los países ricos deberán cumplir objetivos mucho más ambiciosos que los pobres, pues estos aún deben resolver necesidades básicas, como el hambre y la extrema pobreza, en tanto las inversiones de los desarrollados serán en nuevas infraestructuras de energía y transporte, el uso de incentivos para desarrollar tecnologías más eficientes y más reciclaje. Los patrones de consumo y de producción tienen que ser más eficientes en el uso de los recursos, porque la solución está en cambiar la forma en la que producimos y consumimos.
