Un gobierno que no respeta la Constitución y las leyes, no sólo debilita a las instituciones mismas del sistema democrático sino que impide engendrar confianza y seguridad jurídica que asegure el presente y afiance el futuro mismo del país.
En los últimos años se ha profundizado el actuar del capricho autoritario para terminar originando crisis que afectan a quienes desean convivir dentro de la alianza de la justicia con la paz. El conflicto generado por el Poder Ejecutivo al expulsar al presidente del Banco Central por decreto y sin previo paso por el Congreso, como lo ordena la Carta Orgánica de esa entidad, confirma la intención presidencial de eludir drásticamente al Parlamento, donde el oficialismo perdió la mayoría. Lo realizado por la Presidenta de la Nación ha sido una demostración más de potenciar el estilo kirchnerista para forzar una crisis similar a lo que fue la resolución 125 del campo, aunque ahora ha logrado lo que no ocurrió en el enfrentamiento con el agro: unificar a sectores antagónicos de la izquierda dura con la derecha.
Esta insensata medida demuestra que el dramático aumento del gasto público está dejando escuálidas a las arcas fiscales. La administración nacional ha perdido hace bastante tiempo el superávit y casi agotó la capacidad de financiar el déficit con recursos genuinos. Además de una crisis institucional, se ha desencadenado un conflicto de económico: en sólo un año el PBI tuvo un dramático deterioro fiscal de más de 5 puntos. Es un deterioro similar al que requirió salvatajes financieros en períodos de corridas o de épocas prehiperinflacionarias. Con déficit y sin financiamiento, distintos organismos públicos pusieron dinero. El propio Banco Central ya giró 6000 millones de dólares en 2009, mientras que las necesidades de 2010 se agrandan.
En Argentina todas las crisis han tenido algún componente fiscal. Cuando el Estado no pudo más, se produjo un grave daño a las fuentes de financiamiento. En tiempos de tasas internacionales bajas se recurrió a la deuda externa. Y la crisis trajo la cesación de pagos. Cuando se recurrió a la emisión descontrolada, se llegó a la hiperinflación. Y cuando se exprimió al sistema financiero local, se concluyó con un plan Bonex. Son demasiadas las experimentaciones que han llevado a generar un continuo temor e inquietud en la ciudadanía.
Quienes cumplen alguna función en tres poderes del Estado, tienen la responsabilidad de dejar de lado la obsecuencia y asumir la responsabilidad aneja a sus cargos, para poner la sensatez generadora de los consensos que la Presidenta propuso al inaugurar el año del Bicentenario.
