La imposibilidad de acceder al agua potable y al saneamiento es un problema mundial con serias implicaciones en el deterioro de las condiciones de vida. Disponer de estos servicios, reduce de la mortalidad infantil, fortalece la salud materna, combate enfermedades infecciosas y reduce el gasto sanitario, mejorando el medio ambiente.
Sobre estas graves implicancias sociales, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer un estudio relacionado con el drama que vive 748 millones de personas por no tener agua potable de forma sostenida, con el agravante de que 1.800 millones utilizan fuentes contaminadas con heces. Además, 2.500 millones no tienen un saneamiento adecuado, y otros 1.000 millones defecan al aire libre en áreas rurales.
Las principales conclusiones de este estudio bianual, en esta ocasión tiene por título un llamado urgente para "Invertir en agua y saneamiento, incrementar el acceso, reducir las desigualdades”. Es que define al agua y al saneamiento como derechos humanos y con un componente de género porque en el mundo son mayoritariamente las niñas las que van a buscar agua, lo que les impide en muchas ocasiones ir a la escuela, y en caso de educarse, las escuelas en general no tienen el saneamiento adecuado para evitar infecciones.
El cambio que reclama la OMS es hasta cultural, con un efecto económico que deben advertir los gobiernos: por cada dólar invertido en agua y saneamiento se puede obtener un retorno de 4,3 dólares, al reducir los presupuestos de salud, aumentar la productividad en los puestos de trabajo y crear nuevos empleos en industrias relacionadas con la gestión de residuos.