En julio de 1969, la misión Apolo 11 marcó un antes y un después en la exploración espacial, con la llegada de Armstrong, Aldrin y Collins a la Luna.



Olvidada después de la misión Apolo, la Luna vuelve a estar de moda. La última persona que visitó el satélite natural de la Tierra lo hizo en 1972; sin embargo, diversos países han desarrollado proyectos que buscan llegar a la Luna en las próximas décadas. A esas iniciativas se ha sumado el interés de las compañías privadas que ven una oportunidad de negocios en esos viajes espaciales porque, para empezar, hay agua y hielo en sus cráteres.


Además, algunas empresas desarrollan proyectos como enviar las cenizas de seres queridos a la Luna y podrían trasladar cargas útiles para investigaciones científicas. Por ejemplo, el extremo lejano de la Luna sería ideal para telescopios ópticos y radiotelescopios porque ahí no tendrían interferencia terrestre.


En enero, Chang'e-4, una nave espacial china robotizada que incluye un pequeño explorador, se convirtió en la primera en descender en el extremo lejano de la Luna. India tiene el objetivo de lanzar este mes a Chandrayaan-2, su primer intento por llegar a la superficie lunar. Incluso una pequeña nave israelí sin fines de lucro, SpaceIL, este año intentó enviar un pequeño módulo de aterrizaje robotizado, pero se estrelló.


En las próximas décadas, las botas que usen los visitantes de estos y otros países podrían plasmar sus huellas en el polvo lunar. China está tomando un enfoque lento pero constante y prevé la primera llegada de sus astronautas a la Luna en aproximadamente un cuarto de siglo. La Agencia Espacial Europea ha presentado el concepto de una "aldea lunar'' que algunas personas vislumbran para 2050. Rusia también ha expuesto planes de enviar astronautas a la Luna para 2030.


En Estados Unidos, que envió a veinticuatro astronautas a la Luna de 1968 a 1972, las prioridades cambian con los caprichos del Congreso y de los presidentes. No obstante, en febrero, la NASA se vio impulsada a retomar su ritmo cuando el vicepresidente Mike Pence anunció la meta de volver a poner a los estadounidenses en la Luna para 2024.


Para India, llegar a la Luna pondría de manifiesto sus avances tecnológicos. China se posicionaría como una potencia mundial fuera del planeta. Para Estados Unidos y la NASA, ahora, la Luna es una escala evidente en el camino a Marte.


La fascinación con el satélite no se limita a los Estados nación. Un grupo de empresas se han puesto en fila con la esperanza de ganar contratos de la NASA para llevar experimentos e instrumentos a la Luna. Blue Origin, la empresa de cohetes creada por Jeff Bezos, fundador y director ejecutivo de Amazon, está desarrollando un módulo de aterrizaje grande que espera vender a la NASA para llevar cargamento y astronautas.


Habría un alunizaje en 2024 cerca del final del segundo periodo de la presidencia de Trump, si este ganara la reelección el próximo año.


La NASA ha denominado Artemisa al nuevo programa de la Luna, como la hermana de Apolo en la mitología griega. Su primera misión será una prueba sin tripulación del Sistema de Lanzamiento Espacial prevista para finales de 2020.

Extractado de The New York Time