Hace unos años, Viña Del Mar me sorprendía gratamente por la cantidad de artistas callejeros que poblaban su avenida principal: músicos de todos los géneros, artistas plásticos, bailarines, artesanos y mimos le daban a la afiebrada pesadez de la calle un color y un espíritu que, sin ellos, no posee.

San Juan ha tenido y tiene algunos de estos exponentes que han enriquecido noblemente la ciudad con el solo argumento de su arte y se han constituido en verdaderos personajes de la calle, seres con luz propia que le impregnan a los lugares gran parte de su imagen, su idiosincrasia y su alma.

Tengo un sueño que propongo a las autoridades provinciales y de todos los municipios: hacer del territorio provincial un extenso mapa cultural a cargo de los artistas callejeros. Imagino las plazas municipales y las peatonales capitalinas pobladas de arte callejero. Para ello, es necesaria una simple campaña que los promueva y algunas simples reglas básicas de buen gusto y convivencia.

Hace varios años que no tenemos en nuestra capital un rostro que la distinga de otras capitales del país. Con todo respeto, creo que la Fiesta Nacional del Sol podría servirse (no sólo en febrero sino como un espejo abierto todo el año) de ciudades y plazas colonizadas por artistas de la calle. Entre otras ideas que poseo al respecto para otorgar cada vez más una identidad propia a la Fiesta, propongo ésta; que quienes vengan a San Juan no tenga únicamente el remanido show de los mismos artistas que se reiteran en todos los festivales del país y que ya no sorprenden a nadie, sino que poseamos el encanto de una provincia perfumada de su propio arte. Junto a ello, la iluminación de los edificios principales y todo otro que se quiera adherir a este modo de pintar la ciudad.

Propondría infinidad de argumentos para dotar a San Juan de algunas simples bellezas al alcance de la mano, el realce de los atributos más conocidos y la intervención de hechos culturales autóctonos en la calle y en las fiestas que deben abandonar los formatos que se repiten en infinidad de eventos similares, salvo aquellas fiestas con identidad o personalidad muy definidas que el argentino bien distingue.

Sin perjuicio de todas estas cosas y muchas más que pueden ejecutarse rápida y fácilmente, por lo pronto impulsemos a los artistas callejeros que nos invadan con su talento y dignidad artística. San Juan y el país lo agradecerán.