El aumento de la drogadependencia mundial se torna crítico por el desastroso resurgir de la heroína y otros opiáceos, que en Estados Unidos ya califica de ‘epidemia’, en tanto en Europa alarma el alto consumo. El alerta lo lanzó la dependencia de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en el último informe anual donde, por primera vez, advierte sobre la amenaza que el narcotráfico supone para el medioambiente.

La droga inyectada es la que mata a más personas y es un problema para abordar de inmediato por la posibilidad de contagio con el VIH del sida o la hepatitis C. Este regreso de la heroína, según el informe, se debe a que consumidores de opioides sintéticos utilizados como analgésicos o sedantes, y para los que se requiere receta, han pasado a utilizar esta droga que es más accesible y barata en el mercado negro.

De todas maneras, la marihuana (cannabis) sigue siendo la droga más consumida del mundo, con unos 183 millones de personas que la habrían probado en el plazo de un año, seguida por los estupefacientes sintéticos, incluidas las anfetaminas y el éxtasis, con 55 millones. Luego están los derivados del opio con 50 millones de consumidores y la cocaína, con 18 millones de adictos. El uso recreativo de la marihuana, autorizado en Uruguay y cuatro estados norteamericanos mediante referendos populares -Colorado, Washington, Oregón y Alaska- contribuye al incremento del consumo masivo, cuando debería estar prohibido por los indicadores de salud y seguridad pública, sostiene la ONU.

Pero lo sorpresivo en este relevamiento anual, es el énfasis puesto sobre la amenaza ecológica, especialmente en los países andinos donde se cultiva hoja de coca y en las regiones de Asia afectadas por el opio. Señala que la deforestación es la principal preocupación medioambiental resultante de los cultivos ilegales, especialmente plantaciones de coca en América del Sur, cultivo de amapola en el Sureste de Asia y, además el cannabis. La pérdida de bosque se debe tanto a su sustitución directa por esas plantaciones ilegales, la apertura de pistas de aterrizaje o rutas clandestinas, u otras actividades económicas como la ganadería o la tala, usadas por los narcotraficantes para lavar dinero. Más grave todavía en la región de los Andes Tropicales, la de mayor biodiversidad del mundo.