El desarrollo cultural de Albardón, con salas como el Teatro Municipal, se conjuga con la productiva y económica.


Al haberse recordado ayer el 154º aniversario de Albardón, la historia de este departamento nos lleva a reconocer cómo esta población, que se estableció desde los primeros tiempos de la colonización de San Juan, logró sostenerse hasta alcanzar un desarrollo que muchos aspectos resulta admirable. Actualmente Albardón es uno de los departamentos que más ha crecido en lo económico, cultural y deportivo, y en lo social, al haber conseguido en cada uno de esos rubros avances y obras que lo distinguen en la provincia. En lo económico, el crecimiento de los niveles de producción frutihortícola sumado a radicación de empresas de distintos rubros y la creación de un Parque Industrial en expansión marcan un rumbo firme y sostenido. En lo cultural, variadas expresiones artísticas tienen lugar en distintos escenarios del departamento, entre los que se destaca el Teatro Municipal, uno de los más importantes de la provincia, que contribuye con el desarrollo cultural de la población y representa un importante aporte como complemento de la actividad turística que comienza a crecer. En lo deportivo, es destacable el nivel de espectáculos que se han llevado al autódromo del Villicum, un escenario automovilístico de primer nivel que está siendo complementado por otras obras destinadas a promover la llegada de público no sólo de la provincia y el país, sino de todas partes del mundo. Todo esto tiene su incidencia en lo social que es el fin último de estos avances que evidencia el departamento.

En relación al origen de Albardón se debe recordar que después de la fundación de San Juan, la zona donde actualmente está emplazado este departamento se constituyó en una de las más pobladas de la provincia, al construirse en ese lugar, en 1563, el Fortín de las Tapias, con el que los conquistadores evitaban el avance de los indígenas que intentaban llegar a San Juan, provenientes de Mogna y Jáchal. El tema es que no sólo se trataba de un punto estratégico defensivo, sino que a su alrededor se fue forjando un núcleo poblacional basado en una actividad agrícola que venía de la época de los huarpes. Se lo conocía como Finca Angaco, por la tribu que allí realizaba sus labranzas. Esta pasó a propiedad del segundo jefe de la expedición de Juan Jufré, Don Juan Eugenio de Mallea, al casarse con la hija del cacique Angacao, convertida al catolicismo con el nombre de Theresa de Ascencio y heredera esas tierras de su padre.


Años más tarde la nieta de Mallea donó la estancia a los Dominicos, quienes de a poco parcelaron y vendieron a distintas familias que se asentaron en la zona.


Según el profesor Antonio Díaz Ariza, el nombre Albardón proviene de "Las Albardas" monturas usadas por los conquistadores de forma curva y muy picuda. Dado que a orillas del río había formaciones de barro y de pronunciados picos que replicaban esa forma, se las llamó "Los Albardones", por ende era la zona de los albardones o yendo para los albardones, que finalmente derivó en Albardón como nombre del departamento. 


La Villa San Martín, cabecera de Albardón, nace junto a la Villa Maipú en Calingasta, el 24 de enero de 1866 durante la gobernación de Camilo Rojo. Después de una serie de divisiones que sufrió el mapa original, y con su configuración definitiva, Albardón fue incorporando todos los adelantos de la cada época hasta llegar a la actualidad con un departamento que conjuga crecimiento poblacional, económico y de infraestructura que lo hacen uno de los preferidos a la hora de la radicación de industrias como también poblacional.