Quizás el gran cono de sombra de Cristina Fernández que pesa sobre Alberto Fernández haya sido el cimiento de las arriesgadas que anunció el flamante presidente de los argentinos en su primer discurso. En alrededor de una hora, dijo que intervendrá la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que reasignará fondos reservados hacia un programa para ayudar a combatir la pobreza y el hambre, que reformará la Justicia Federal, que reorientará el presupuesto de publicidad del Poder Ejecutivo y que le pedirá un esfuerzo extra a los "que más tienen". Todo lo anterior implica abrir grandes batallas, todas a la vez y concomitantes. Si Fernández quería la atención de los argentinos, ya la tiene. Veremos qué hace con ella.

Alberto Fernández


La reforma judicial y la intervención de la AFI se llevan el estrellato, sin dudas. Si bien aún ninguno de esos dos anuncios tienen un "cómo" ni un "para qué", cualquiera puede suponer que se pensaron para salvar al kirchnerismo de las causas por corrupción. Incluso el Presidente las justificó con el supuesto mal uso de las prisiones preventivas, el argumento de batalla del kirchnerismo para hablar de presos políticos en lugar de corruptos: "Cuando se presupone la culpabilidad de una persona sin condena judicial se está violentando no sólo la Constitución, sino los principios más elementales del Estado de Derecho", aseguró Fernández. Intervenir la AFI es controlar la información sin filtros que llega a jueces y medios. Y reformar la Justicia Federal es recortar el poder a los monjes que habitan en Comodoro Py. El periodista Gerardo "Tato" Young en "El libro negro de la Justicia", hizo una ajustada descripción de cómo manejan el poder esos jueces y de cómo pululan e influyen operadores políticos y miembros de los servicios de inteligencia, que usan la información para perjudicar o beneficiar a uno u otro, según el momento y el beneficio de los interesados. De Justicia, muy poco. Si pensamos bien, es posible que Fernández quiera cortar ese canal de corrupción que no sólo perjudicó al kirchnerismo. Pero en este país es muy difícil ver el vaso medio lleno y no veo otra razón en esos anuncios que ganarse la complacencia de su socia política y de poner en alerta a ciertos actores no populares que pudieran complicarle el mandato, no más de eso. Esas decisiones van directamente al famoso "círculo rojo"; palabras con las que el saliente Mauricio Macri graficaba al conjunto de políticos, periodistas, analistas y empresarios que componen el poder en la República.


El exjefe de Gabinete también se metió con los medios de comunicación, una decisión un tanto extraña y poco innovadora, ya que su vicepresidente trató muchísimo el mismo tema. Fernández dijo que Macri gastó 9.000 millones de pesos en pauta publicitaria en cuatro años y que él reorientará el gasto en un plan educativo. Mensaje también al círculo más cerrado de la política argentina. La verdad es que los presidentes hablan de "los" medios cuando en realidad se refieren a dos o tres multinacionales y un par de grupos internacionales que son los que manejan las audiencias en el país. El resto, vive de lo que puede. No de la Casa Rosada. Nunca fue así, y parece que no lo será tampoco en este "nuevo gobierno" que inició ayer.


El Presidente también le dedicó un tiempo importante a la gestión que se está retirando. Habló de los números de la pobreza, de la inflación y de lo mal que lo estamos pasando los argentinos. Tiene toda la razón del mundo. Las cifras que deja el macrismo son históricas por lo negativas. Fernández aplica la misma fórmula de todos: decir que el que se fue hizo todo mal y que él deberá trabajar incansablemente para salvar del desastre a los argentinos. La misma historia de todos los gobiernos peronistas. Sólo ellos tienen la llave de la felicidad. Debe ser una herramienta que da algunos buenos resultados, porque la aplicó hasta Macri. 


Para la popular hubo mucho, pero sin detalles: anunció el Plan Integral Argentina Contra el Hambre, acuerdos básicos de solidaridad en la emergencia, un plan de empleo, otro de reactivación de la obra pública, un tercero de regularización del hábitat y de la construcción de viviendas, la creación de un Consejo Económico y Social para el Desarrollo y un pacto educativo nacional. Como ya ocurrió en otros mensajes de éstos, en ningún caso se esbozó ni una palabra de cómo hará todo lo que dijo que hará. Hay que esperar a que pase algo de tiempo y que el nuevo gobierno empiece a actuar para poner el ojo en cada uno de los anuncios, hoy la motivación de esas palabras es llamar la atención. 


Hay que entender que Alberto lucha con el poder avasallante y amenazante del kirchnerismo y que necesita dar señales de conducción. Ya cedió en el reparto de cargos y por eso la sombra de Cristina lo perseguirá por donde transite. Es probable que al comienzo veamos un Presidente al que sí le gusten las tapas de los diarios, porque necesitará de ellas para acumular poder o para simular tenerlo, que a veces es casi lo mismo.