La alteración climatológica cíclica denominada El Niño, está afectando al Hemisferio Sur en particular y sus consecuencias se pronostican hasta julio venidero, pero lejos de atenuarse podrían causar inundaciones de magnitud en gran parte de la Argentina, según estiman los especialistas que vienen haciendo un seguimiento del fenómeno.
El último análisis de un equipo técnico, dependiente del Ministerio de Seguridad de la Nación, ha provocado alarma en las autoridades porque si sus predicciones se confirman, estaríamos ante la peor inundación en 30 años, con tres millones de hectáreas inundadas en las seis provincias más expuestas, Formosa, Chaco, Santa Fe, Buenos Aires, Corrientes y Entre Ríos.
En todos los casos se trata de los desbordes potenciales ocasionados por una crecida extraordinaria de los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay y sus respectivos afluentes, con picos de crecida hasta julio, diez veces mayores que los habituales desbordes de temporada, alcanzado a más de 100.000 personas que deberían ser evacuadas y con graves pérdidas en el aparato productivo sobre una superficie de tres millones de hectáreas, de acuerdo al estudio oficial.
Es decir, los especialistas consideran que las próximas inundaciones podrían ser peores que las registradas en 1983, donde hubo 130.000 evacuados y cuantiosos daños materiales, por lo que se estaría hablando de uno de los mayores impactos de los fenómenos naturales en esa región, desde el último medio siglo, incluyendo el citado, y otro ocurrido 1998.
Se asegura que los gobiernos de provincias que serían castigadas ya cuentan con información precisa y tienen el tiempo suficiente como para que la población abandone los lugares de riesgo siguiendo los protocolos de rigor, incluyendo el resguardo de sus bienes por parte de las fuerzas de seguridad. Si bien las poblaciones comprendidas se encuentran con mejor infraestructura contra las crecidas que en 1983, también es cierto que el aumento demográfico hace que las obras necesarias sean mayores y en lugares donde antes no existían.
Lo importante es que el Sistema Federal de Emergencias (Sifem) tiene un fondo de 250 millones de pesos para asistir a las provincias durante la atención de la emergencia o la catástrofe, fuera de los recursos que demande la reconstrucción del área afectada.
