La explotación de hidrocarburos es un problema complejo. El costo de las importaciones para cubrir la brecha entre la oferta y el consumo es la causa, por ejemplo, de la falta de dólares que impuso medidas como el cepo cambiario o el blanqueo de capitales.

Los subsidios a la importación de combustibles casi se duplicaron en los primeros cinco meses del año. Los aportes a la Compañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista (Cammesa) y la petrolera Enarsa alcanzaron los 21.562,90 millones de pesos de enero a mayo, un 90% más que el mismo período de 2012. Cammesa y Enarsa se encargan de la importación de combustibles líquidos y gas natural licuado respectivamente para cubrir la brecha del déficit energético.

No obstante, el incremento de los costos operativos de las distribuidoras de electricidad fue superior al de sus ingresos, lo cual les ha generado una deuda creciente con Cammesa. El aumento en pesos en los subsidios para el rubro se explica básicamente en el congelamiento de tarifas, el crecimiento de la demanda energética y los costos en dólares que posee el combustible importado, que representa el 83 % de los subsidios que distribuye el Gobierno nacional. La importación de gas creció 25% entre enero y mayo de 2013 frente al mismo lapso del año pasado. Las compras de GNL al exterior fueron de 1945,8 millones de m3, mientras que las de gas boliviano de 2223,1 millones de m3.

Mantener las tarifas de luz y gas bajas le cuesta cada vez más al Estado. Los subsidios a sectores económicos alcanzaron en los primeros cinco meses del año casi 40.000 millones de pesos, con un aumento de 39,6 por ciento con respecto al mismo período del año anterior, de acuerdo con un informe elaborado por la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP).

Por otra parte el país no logra atraer inversiones para exploración de nuevos recursos que permitan incorporar nuevas reservas para su eventual puesta en producción, ni desembolsos para aumentar la oferta, debido a problemas que tienen que ver más con nuestra política economía que con las condiciones geológicas.

La Argentina demanda desde hace muchos años un plan estratégico amplio y perdurable, prescindiendo de cualquier tipo de política intervencionista o demagógica.