La organización terrorista Euskadi Ta Askatasuna (País Vasco y Libertad), conocida por sus siglas ETA, acaba de anunciar un nuevo alto el fuego en su lucha armada tras los objetivos independentistas del nacionalismo vasco, con blancos que van desde asesinatos, secuestros, atentados indiscriminados y extorsión económica, principalmente en España. Los cabecillas nada han dicho de que sea una determinación que lleve a la disolución de la organización marxista-leninista, creada en 1958, y con un sangriento historial de víctimas civiles inocentes y cuantiosos daños materiales.

Según la decisión de la banda armada, que tuvo amplia repercusión mediática en lunes ultimo, se trata de un alto el fuego "’permanente, de carácter general y que puede ser verificado por la comunidad internacional”, es decir una declaración similar a la de marzo de 2006, que rompió el 30 de diciembre de ese mismo año, con la colocación de un coche-bomba en el estacionamiento del aeropuerto de Barajas, en Madrid. Otro anuncio similar dejó trascender el año pasado, sin promover un proceso de diálogo con las autoridades españolas, ni expresar una ruptura estratégica e ideológica fundamentalista con Batasuna, la agrupación considerada como brazo político de la ETA, a fin de que sea legalizada y poder encaminar por la vía democrática sus reclamos.

Si hubiese tal intención, Batasuna podría transparentar su estructura en el marco de la ley electoral española y una vez legalizado como partido político, solicitar su participación en los próximos comicios municipales, que se celebrarán en España en mayo venidero. Pero todo indica que la ETA busca mantener protagonismo con falsas expectativas desde la clandestinidad.