La organización Quebracho está presente en todas las manifestaciones violentas, con el accionar y la modalidad perversa de la insurgencia urbana. La última de las escaladas combativas la dio en La Plata, tras difundirse la versión de que dos supuestos navíos ingleses habían hecho puerto para ser repostados de combustible y desde allí dirigirse a las Malvinas.

Luego del papelón impulsado por el intendente del lugar, los combatientes de Quebracho atacaron las oficinas de YPF causando enormes destrozos y justificando el accionar perverso con la "defensa de la soberanía". El jueves último, los militantes encapuchados y portando palos, amenazaron a la Justicia Federal, frente a los tribunales de Comodoro Py, en Retiro, para repudiar la supuesta la "persecución" judicial que estaría sufriendo el grupo, por el procesamiento del jefe, Fernando Esteche, procesado sin prisión preventiva por amenazar e insultar a jóvenes de la comunidad judía en 2006. "Esto es parte de la persecución a nuestra organización. Ya tenemos 13 compañeros condenados, 2 de ellos enfrentando la posibilidad de prisión efectiva. Y un compañero preso en Tartagal", sostuvo Quebracho en un comunicado.

La realidad de Quebracho es la que vive la sociedad argentina como permanente amenaza argentina. La conducta de grupo fundamentalista de izquierda es incompatible con la democracia que gozamos. El repudio debe ser de la ciudadanía que ama la paz y la convivencia responsable, contrapuesta con la provocación constante de esta organización que se presenta encapuchada y amenazante. Quebracho debe ser proscripta por enfrentar al marco institucional, y desenmascarar a los ideólogos y financistas que los amparan desde las sombras.