Detrás de toda una historia de pensamiento y conocimiento está Sofía. Nadie pudo inventarla, solo que ella misma se presentó, y así fue admirada luego de la gran sorpresa que ocasionó. Entonces, aquel hombre que la observó, jamás pudo separarse de ella, aunque algunos confundidos, no lograron descubrir su encanto.
Se llamaba Sofía y hoy tomó por nombre ‘Sabiduría’. Sólo quien modestamente aspiraba alcanzar la verdad o a ser sabio se convertiría en un filósofo (filó-sofo) un amante del saber, la ciencia y la razón.
El hombre de hoy ha llegado a convencerse de que enamorándose de ella realizará sus proyectos, aunque no sabe, porque no conoce, que se engaña, pues, nada del amor ha podido experimentar. Con la pasión ha ocultado a aquel ser y hoy sin la reflexión se le ha negado su presencia. Sin embargo hay algún hombre que pudo amarla y por ello fue libre, lo ‘despreciaron todo’ por ella al punto tal de alcanzar la virtud.
¿Por qué el mejor amor por Sofía? Porque justamente ese amor descubre la bondad, no sólo la apariencia física, sino su cualidad natural o moral. Expresa la preferencia por la posibilidad de merecer el bien. Para ello hay tres clases de personas: los que buscan ser aplaudidos; los que adhieren al dinero y finalmente los que observan la naturaleza sin perderse ni un detalle.
Ya hoy, el interrogante no será quién es Sofía, sino quién es el hombre o mejor dicho, qué es el hombre. Para ello el pensador podrá ir más allá de la realidad, conformarse con el mundo que lo rodea o descubrir el enlace entre ambos. Esta última posición lo llevará a realizar un monumental esfuerzo por captar con la razón una comprensión del todo, seguirá siendo débil o finalmente logrará la fortaleza y convicción necesaria. Encontrará el significado de las cosas o más bien podrá verdaderamente definirlas. ¿Podrá el conocimiento humano en sus máximas fronteras hacer ciencia? Con su mente quizás captará el fenómeno que lo rodea. No sólo deberá apostar a la experiencia sino que deberá jugarse por la razón.
Si alguien quiere llegar a alcanzar el amor por la sabiduría, deberá trabajar 16 horas por día y solo descansar 8, de lo contrario nunca jamás lo conseguirá. Además esta tarea deberá durar más de 10 años y prolongarse por unos 20 años más. El conocimiento, el saber y la razón no son fáciles y les está vedado a todo aquel que pretenda adquirirlo de inmediato. Sin embargo la pasión, lo físico y el discurso cotidiano son cómodos de obtener.
Por otra parte quien verdaderamente ama la sabiduría no compromete su libertad en amoríos tempranos entregándose a lo sensible por no saber controlarlo con la inteligencia. Esto está pasando hoy, cientos y miles de jóvenes no son enseñados a comprender que significa tener un noviazgo y luego el compromiso del matrimonio, se ‘casan con la vida’ y no con el amor de su vida. Obviamente así nunca llegará el conocimiento. Recordemos que para cada cosa hay una edad. Y una persona es libre cuando es responsable.
Esté atenta la sociedad, el Estado y la familia porque lo que se alcanza con facilidad no tiene valor alguno y si cuesta acaso puedas alcanzarlo. Advierta ello la persona de bien, pues, a la más mínima falla el alerta marcará un rumbo, un rumbo del cual quizás nunca podrás volver…