Se los ve por todos lados de este extenso y a veces extraño país y fuera de él: tarritos con alimento y agua para los animales callejeros. 


Las calles no son sólo un territorio hostil donde se pelea la vida y a veces la elemental sobrevivencia; son también caminos donde el sol se enhebra entre carolinos. Las tortolitas tejen romances con el viento y uno ve estas pruebas sublimes de amor a raudales que se expresan sin límites hacia los animales. Quien deja sus sentimientos cotidianamente en esos tarritos en la calle, seguramente no ha de dormir esa noche si se olvida de hacerlo, al modo del beso que podemos dar a la madre antes de acostarnos, al modo del que damos a la esposa y a los hijos para confirmar a fuego y con simpleza el amor.

El amor hacia los animales como muestra de humanidad

Hace varios años que la gente no ve a los perros como restos de vida callejera, ni a los gatos como sombras expulsadas de todo cobijo. Ha comprendido que toda vida late y siente, que todo corazón ama, que todo cerebro comprende las caricias y la compañía; que el cariño construye plazoletas y senderos y arma rondas de música donde muchas veces hay mutismo y soledad; que el amor que sienten y expresan los animales es una expresión de una pureza incomparable. 


Quien castiga a un animal es capaz de dañar por una trivialidad, por capricho o pura maldad a otro ser humano. Poco se ve ya las inhumanas pedreas a gatos o perros. Se está tomando conciencia de que atacar de un hondazo a un pájaro es desnudar un costado criminal. Pero aún denigran la vida y muerden los poemas de las calles los caballitos tirando a puro lomo y chicotazos, pesadas carretelas y muriendo de crueldad en plena selva de calles feroces o en la indiferencia de ciegos del corazón.


Tarritos de alimento y agua descontaminan tanta inhumanidad. Esos símbolos del indoblegable amor de gente simple, pero solidaria, compensan a fuerza de respeto la salvaje aventura de cortar las calles como costumbre. La ausencia absurda de público visitante en los estadios de fútbol. La ambición de algunos de que los gobiernos fracasen porque les ganó una elección, aunque suframos todos. El destrato a mujeres u hombres. La indiferencia brutal de quienes amasan cada vez mas fortuna sobre la base de un manejo implacable de los precios de alimentos y medicamentos.


Tarritos rellenos de ternura que pululan por las calles como una plaga de amor, se colocan airosos en el centro de una grieta sobre la que aún no se advierte que haya esfuerzos serios por ir superándola con tolerancia, madurez y respeto al otro por su pensamiento.