El Papa Benedicto XVI, decidió convocar un "Año sacerdotal especial", con ocasión del 150 aniversario de la muerte de san Juan María Vianney, cura de Ars, modelo luminoso de pastor, entregado completamente al servicio del pueblo de Dios, quien partió al encuentro del Señor el 4 de Agosto de 1859.
Durante este año sacerdotal, que comenzó el 19 de junio de 2009 y se concluirá el 19 de junio de 2010, se concede el don de indulgencias especiales.
El Sumo Pontífice ha establecido que, con esta ocasión, desde el 19 de junio de 2009, hasta el 19 de junio de 2010, se celebre en toda la Iglesia un Año sacerdotal especial, durante el cual los sacerdotes se fortalezcan cada vez más en la fidelidad a Jesucristo, con piadosas meditaciones y otras obras oportunas de caridad y entrega virtuosas.
A los sacerdotes realmente arrepentidos, que cualquier día recen con devoción al menos las Laudes matutinas o las Vísperas de la tarde ante el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, que se ofrezcan con espíritu dispuesto y generoso a la celebración de los sacramentos, sobre todo al de la Penitencia, se les otorga misericordiosamente de parte de Dios, indulgencia plenaria (remisión total de las penas que merecen por sus pecados perdonados en cuanto a la culpa por medio del arrepentimiento y la confesión sacramental), que podrán aplicar también a los presbíteros difuntos, si además se acercan a la confesión sacramental y al banquete eucarístico, y oran según las intenciones del Sumo Pontífice.
Será muy conveniente que, en las iglesias catedrales y parroquiales, sean los mismos sacerdotes encargados del cuidado pastoral quienes dirijan públicamente estas prácticas de piedad, celebren la santa misa y confiesen a los fieles.
También se concederá la indulgencia plenaria a los ancianos, a los enfermos y a todos aquellos que por motivos legítimos no puedan salir de casa, si con el espíritu desprendido de cualquier pecado y con la intención de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres acostumbradas condiciones (confesión, eucaristía y oración por el Papa), en su casa o donde se encuentren a causa de su impedimento, en los días antes determinados rezan oraciones por la santificación de los sacerdotes, y ofrecen con confianza a Dios, por medio de María, Reina de los Apóstoles, sus enfermedades y las molestias de su vida.
Por último, se concede la indulgencia parcial a todos los fieles cada vez que recen con devoción en honor del Sagrado Corazón de Jesús cinco padrenuestros, avemarías y glorias, u otra oración aprobada específicamente, para que los sacerdotes se conserven en pureza y santidad de vida.