La crisis de pensamiento en un tiempo de confusión llega a indiferencia alarmante ante temas fundamentales. La discusión sobre el aborto aparece como una amenaza ante la vida en su inicio. La racionalidad, también amenazada por la falta de orden o disciplina discursiva, hace posible el uso de argumentos falsos sin siquiera preocuparse por el fundamento de qué se dice, eso si no se desconoce la necesidad de fundamento.


Tal vez eso ayude a entender que se esgrima como premisa condiciones económicas, anímicas, circunstancias sociales, para argumentar contra el derecho a la vida; sin considerar que esas circunstancias y condiciones propias de la finitud humana, merecen atención para resolverlas, sin ignorar desde ellas el derecho a la vida, fundamentado en la misma realidad o naturaleza, palabra que parece molestar desde la falta de reconocimiento del ser, incluida en esa palabra la existencia humana. Así se puede intentar que alguien disponga de una vida reduciendo la discusión a circunstancias externas, ignorando que la vida tiene valor en sí misma. En la discusión se desconoce el sentido de naturaleza, se exagera el sentido de libertad; no hay libertad para matar, el estado de indefensión del feto requiere el cuidado necesario para que su naturaleza se desarrolle. Ayudar a otras mujeres para que no aborten hace que el dolor por lo irremediable encuentre alivio, al utilizarlo para ayudar a salvar vidas, quien lo hizo encuentra paz en esa labor en favor de otras vidas.


Nuevamente se enfrentan un paradigma de vida y una cultura de muerte, puede haber agravantes; no es posible negar seriamente que el niño por nacer es persona, por ser un ser humano desde la unión de los gametos masculino y femenino. Los avances científicos muestran la condición humana del feto, puede encontrarse la verdad de la vida, no se puede negar la realidad que se impone ni desconocer el derecho a la vida de un ser que está en el cuerpo de la madre, quien al concebirlo adquiere el derecho y el deber de velar por él.


Los derechos humanos alcanzan al niño por nacer, caso contrario no se estaría hablando de derechos que alcanzan al ser humano, que es persona, palabra a la que también se le resta significado. Circunstancias y condiciones que rodeen el caso que se considere, no ponen límites a los derechos humanos, en todo caso reclaman atención a esos factores para que no dificulten la vida y la salud del hijo y de la madre. El desconocimiento del verdadero significado de palabras como: vida, humano, derechos, y otras, pone en riesgo el valor de esas palabras en el caso que se considera y en otros; puede ser a la hora de valorar la ancianidad, la vida de personas con alguna dificultad o debilidad física; tienen derecho a la vida; así como niños con dificultad para aprender, en situación de vulnerabilidad económica, familiar y social, mantienen el derecho a la educación.


Cada vida es irrepetible, tiene su identidad, no es reemplazada por otra; cuando alguien muere, familiares y amigos continúan el vínculo con él en ceremonias religiosas, visita a la tumba y otras formas; también continúa el vínculo cuando muere un niño antes de nacer. Es importante, más en la agitación del mundo actual, que la adolescente sienta la cercanía de los padres a favor de la vida; la ciencia confirma que desde la concepción hay un ser humano al que le asisten los derechos de persona.



Manuel Castillo - Profesor de la UNSJ.