En las últimas semanas nos encontramos en una pausa epidemiológica, caracterizada por un descenso sostenido en el número de casos y en el pico de contagios. Sin embargo, este escenario favorable y alentador no es sinónimo de finalización de la pandemia y sigue existiendo la posibilidad de diseminación masiva del virus.


En otros países se ha observado en los últimos meses que la aparición de nuevas variantes ha modificado los escenarios. Esto ha dado lugar a nuevas oleadas de casos, incluso en países con porcentajes considerablemente mayores de su población con esquema completo de vacunación que en Argentina.


No deberíamos relajarnos excesivamente. Aunque cabe recalcar que tener el 45% de la población vacunada correctamente es un logro alentador, aún falta vacunar al 55% de la población con dos dosis y no se ha alcanzado aún el efecto rebaño de protección.


Es evidente que existe un porcentaje de la población que ha rechazado la vacuna y persiste como grupo vulnerable para enfermar y evolucionar desfavorablemente. Constatamos que los casos internados en unidades de cuidados intensivos en su mayoría corresponden a no vacunados, aún cuando se ha reducido sostenidamente la incidencia y la letalidad.


Al mismo tiempo que expresamos nuestro acuerdo en cuanto a las habilitaciones manteniendo las medidas de prevención de distancia social, uso correcto del barbijo y ventilación de ambientes cerrados, consideramos que hay algunos puntos discutibles y otros francamente no recomendables.


No es imprescindible el uso del barbijo al aire libre ya que es mínima la posibilidad de contagio y hay baja circulación viral actualmente, pero es necesario promover su uso en población de riesgo, lugares cerrados, escuelas y/o transporte público.


Parece prudente esperar el comportamiento de la variante delta antes de tomar medidas definitivas o extremas en temas referentes a políticas de fronteras.


Teniendo en cuenta la evidencia disponible, creemos fundamental focalizar a la población en el 20% de medidas preventivas que tengan una efectividad del 80%. O sea, vacunación, ventilación, distanciamiento y barbijo.


Debemos seguir testeando y, de hecho, aumentar los testeos, preferentemente mediante PCR para no perder la vigilancia activa de casos y continuar buscando sistemáticamente el genoma delta. Esto permitirá evitar más contagios y el recrudecimiento de casos o brotes, y así limitar la propagación y la llegada de la tercera ola; hecho que cambiaría drásticamente nuestra situación e implicaría un nuevo retroceso en todos los ámbitos. Mantener las aperturas permite asegurar bienes sociales como la educación, el trabajo y la atención de personas con enfermedades crónicas a quienes la falta de presencialidad afectó especialmente.

Por Daniela Mascaro y Yanina Garasto 
Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR)
 Asesoraron los Dres. Alejandro Chirino y Laura Pulido.