El error como estrategia de cambio tiene su razón de ser. "El tema parte muchas veces, del currículo oculto nutriendo buena parte de las acciones, decisiones y evaluaciones que tienen lugar en la educación” (Saturnino de la Torre 2010).

El error es un potencial constructivo, didáctico frente a su habitual sancionador. El error no es un fin, no puede serlo, sino una estrategia que forma parte del proyecto docente. Es el punto de partida de referencia importante, para dirigir nuestras hipótesis por otros caminos.

La ciencia programa mediante el ensayo y el error, tiene su lado bueno y positivo. La literatura está llena de expresiones que asumen el error como un hecho humano natural, e incluso como principio de mejora, formando parte del desarrollo humano. "Aprendemos a ser sabios más por el fracaso que por el éxito” (Smiles, moralista inglés). No podemos negar, la vida misma nos enseña a través errores, experiencias dolorosas, que si las sabemos interpretar serán aprendizajes en aquellas áreas donde son necesarias para el desarrollo de nuestra personalidad. No es necesario bloquear ninguna de ellas porque todas son necesarias y lograrla resiliencia (superar adversidades de la vida) para ser felices y estar en armonía.

"El error es una planta resistente: florece en cualquier terreno (M. Tupper, escritor inglés) Se habla de la pedagogía del éxito, que no ha logrado hasta el presente, resolver el problema del fracaso escolar. El mayor error es creer que uno nunca se equivoca. Esta pedagogía ha llevado a pensar que no es posible otra diferente. La clave de una pedagogía, estriba en asegurar el éxito del alumno mediante el no cometer errores. Cuando se habla de una pedagogía del error no se está defendiendo el error porque no posee un valor educativo por sí mismo. Como tampoco lo tiene la competición o las disciplinas planteadas como metas. Sí, utilizadas como estrategias, siempre que no se cometan excesos. En esta teoría no se persigue el error, sino que se acepta como hecho natural que acompaña al aprendizaje, de igual modo, está presente en el desarrollo individual o en el proceso social. Toda mejora pasa por el cambio y no siempre se consigue con fallas o equivocaciones. El error, es un desajuste entre lo esperado y lo obtenido. El alumno puede utilizar sus errores para conseguir un conocimiento más profundo o confirmar lo aprendido. Si el entorno es distendido, no punitivo, que estimula el diálogo, ayuda al estudiante, a expresar sus pensamientos y a perder el temor a cometer errores. Claro está, que siempre el error ha de incorporarse como estrategia, al igual que la interrogación o la discusión. Está en la propia trama del aprendizaje, sólo será necesario aprender a utilizarlo didácticamente Los sabios llegaron a la verdad a través del error, error despejado, es fuente de nuevos hallazgos y aprendizajes. Aún más, es esclarecedor del proceso y no como resultado. El docente a través de la pedagogía del error, toma conciencia de que el alumno no ha asimilado el código de nuevas significaciones y de que ha seguido caminos distintos de los esperados. "El error es ponderado porque se considera que el equivocarse es una oportunidad para el aprendizaje” ofrece una invitación a la autocrítica y se puede inferir la necesidad de aprender de ellos como así de los fracasos (Víctor García Hoz). Claparéde y Dewey, conocidos pedagogos, aludían a la necesidad de "permitir” cometer errores.

Los modelos constructivistas desarrollados fuertemente en estos años, se han preocupado, contrariamente al pasado, en no dejar de lado el error y en conferirle un papel positivo. "El gran desafío de la didáctica hoy, es el tratamiento metodológico de los errores como materia prima para el aprendizaje”. El alumno debe comprender, que en la unidad de los saberes deseables, es materia prima, y convertirlos en esencial, dentro de su desarrollo personal.

(*) Especialista en educación, escritora, productora del programa "Botica Educativa” Radio Sarmiento.