La oportunidad de presidir el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el turno rotativo que le corresponde hasta septiembre venidero, fue aprovechada por la Argentina para renovar los reclamos por el diferendo con el Reino Unido por las islas Malvinas y proponer ideas para hacer más eficiente el funcionamiento del organismo multinacional.
Al presidir el debate, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, instó a que el Gobierno de Londres cumpla con la resolución dictada en 1965 por la ONU para que ambos países entablen conversaciones a fin de resolver la cuestión de la soberanía de los territorios australes usurpados por Inglaterra. "’No se trata de una postura caprichosa, simplemente decimos que queremos que se cumpla la resolución de Naciones Unidas y que ambos países nos sentemos a discutir sobre una cuestión litigiosa y controversial”, dijo la mandataria al inaugurar un debate sobre la cooperación entre la institución multilateral y las organizaciones regionales y subregionales. Lo hizo como representante de la Argentina y no como presidenta del Consejo de Seguridad.
Ante este reclamo concreto, que no admite segundas interpretaciones a la resolución de la ONU, la hipocresía británica argumenta que Gran Bretaña está lista para discutir los temas, pero lo hará cuando los isleños estén presentes ya que hay tres partes en disputa: Argentina, el Reino Unido y el pueblo de las islas, según Mark Lyall Grant, el representante londinense. A su juicio ninguna de las resoluciones de las Naciones Unidas especifican cuántas partes están involucradas, desconociendo que jamás la ONU dio parte a los isleños en las discusiones y tampoco reconoció como válido el controvertido referéndum realizado en marzo último entre los habitantes de Malvinas.
Por esta resistencia y desconocimiento explícito en la aplicación de las resoluciones de la ONU, la presidenta propuso revisar el funcionamiento de los organismos de la organización, en particular del Consejo de Seguridad, que sigue con la lógica de la Guerra Fría y los intereses de los Estados, no obstante la nueva realidad mundial de nuestros días, en particular el concepto de la paz y la seguridad que no es militar, sino cultural.
Sin duda se debe replantear la actuación de la ONU con otra óptica para que no persistan en el mundo situaciones de colonialismo, caso de Malvinas, que echan por tierra los principios de coexistencia pacífica y respeto a la soberanía de los pueblos sustentados por la ONU.