En esta semana y en una soledad casi absoluta se lanzó la precandidatura de Marcelo Orrego a la gobernación de San Juan. Orrego no es solamente la figura más conocida y mejor posicionada sino también la única que puede presentar el Frente Cambiemos, porque no parece haber otros interesados y éste ya cuenta con el aval decisivo de Buenos Aires. El acto fue extremadamente humilde y realizado en las oficinas del Intendente de Santa Lucía, que es el cargo actual de Orrego, un espacio institucional y supuestamente no partidario, por más que sea frecuente que se confundan los roles de las personas. Las cosas y las costumbres han cambiado, no hay dudas, pero la política tiene una liturgia simbólica que se mantiene estable y tiene sus razones. Los actos de lanzamiento tienen la finalidad de llamar la atención del público en general, de meter miedo a los adversarios y de motivar a los seguidores, es por eso que generalmente se piensa muy bien en modos, lugares y acompañantes así como una secuencia de hechos que debe continuar de ahí en adelante, porque iniciada la carrera no se puede parar, hay que seguir manteniendo la iniciativa desafiando a los contrincantes arrojando golpes que obliguen al otro a quedar a la defensiva. Una conferencia de prensa tímida y sin respaldo presencial siquiera de su mentor, el senador Roberto Basualdo, podría dar a entender que hay problemas entre ellos, cosa que sabemos no es así. Los socios de la coalición están desorientados tanto como nosotros como observadores. Algunos sostienen que se enteraron por DIARIO DE CUYO, que fue el primer medio que publicó la decisión del ahora candidato (no decimos precandidato para que los lectores no pierdan tiempo pensando que habrá algún otro en las primarias de marzo). Hacia la interna de Cambiemos no parece que hubiera problemas ni actuales ni futuros, lo que hay es la sensación de que se perdió la ocasión para hacer más ruido garantizando la permanencia de la noticia con repercusiones, comentarios y demás adornos. Más impacto viene causando la aparición en redes sociales de un video en que se observa la imagen del ex gobernador José Luis Gioja visitando gente humilde y de fondo la voz de Ricky Martin cantando "no es igual, no es lo mismo, nos separa un abismo, vuelve que sin ti la vida se me va" en inequívoca alusión al actual mandatario, quien fue su vice y del cual parece intentar diferenciarse con algún motivo electoral que por ahora queda para la imaginación. ¿Intención de armar para las PASO compitiendo con Uñac con vistas a las oficinas de Paula Albarracín? ¿amenaza para asegurar el futuro primer lugar en las listas de diputados nacionales negociando desde una posición de fuerza? Sabido es que en política nadie regala nada y hoy por hoy, según las encuestas, a Uñac no le hace falta ayuda de nadie ni tampoco arrastre nacional. También es posible que se presione para asegurar espacios a la propia tropa en cargos de más baja categoría, intendencias, concejalías y legislatura provincial. Veremos, lo que sí se nota es mayor profesionalismo en el inicio de campaña. Cambiando de escenario, no podemos ignorar la volatilidad nacional que mantiene como rareza un silencio total de la oposición justicialista y ruido entre los propios aliados de Cambiemos. No importa tanto este ruido, común a los gobiernos de coalición donde conviven fuerzas de distinto origen que se ponen de acuerdo sólo para enfrentar una elección. Importa la forma en que se publican las críticas con un grado de exageración como el exhibido por la diputada Carrió denunciando como camino al fascismo el decreto reglamentario del uso de armas para las fuerzas de seguridad nacionales. La disposición puede ser motivo de críticas y comentarios en un sentido o en otro, pero de ninguna manera puede suponer el inicio de una ruta hacia posiciones autoritarias. Ocurre que algunos integrantes del Congreso legislan para atrás, con la mirada puesta en los excesos que cometió la dictadura militar hace 35 años como si hoy las fuerzas de seguridad no estuvieran en manos de la conducción política legítima elegida por el pueblo en elecciones libres y democráticas. Los problemas ahora no son ni el fascismo ni el stalinismo, ni el castrismo ni el maoísmo ni siquiera el más reciente chavismo, sino el narcotráfico, las mafias, la delincuencia desatada que trama sus acciones con la casi certeza de que no tendrán castigo equivalente a sus tropelías. Pese a que las condiciones de la economía no son buenas, no se percibe germen alguno de grupos violentos organizados que requirieran un trato especial por parte del Estado y, paralelamente, un fuerte control para garantizar la defensa de los DDHH. De lo que sí se tiene conocimiento es de la formación de cuadros y bandas de narcotraficantes que irán creciendo como ha ocurrido en otros países si no se toman medidas urgentes para sofocarlos antes de que crezcan y se apropien de la calle. Son especialistas en organizar el miedo mediante secuestros y extorsiones como las que se terminan de ver con las barras bravas del fútbol. Lamentablemente viene siendo frecuente en nuestro país que se viva el presente pensando en el pasado y no como correspondería, el presente pensando en el futuro, qué paso damos hoy imaginando adónde queremos llegar mañana. Lo cierto es que ya estamos de lleno en el proceso electoral y éste es el momento en que se puede evaluar la capacidad de conducción de los líderes políticos. Como decía Perón: "pa ver si el hombre renguea, hay que dejarlo que camine".