No conforme con la persecución y hostigamiento al periodismo independiente, con detenciones, clausuras o expropiaciones de medios, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha ingresado a las redes sociales de Internet para usar los sitios como una maquinaria de propaganda, agitación y de militancia totalitaria.
Como es habitual en la procura del pensamiento homogéneo, el supuesto enemigo golpista de los gobiernos dictatoriales está en la libertad de expresión. No sorprende en Venezuela, que ya silenciados RCTV y Globovisión, entre otros medios no adictos, Chávez haya denunciado en enero pasado que Twitter y Facebook son utilizados por sus rivales como un "instrumento de terrorismo" y exhortó a sus seguidores a aprender a utilizar esas herramientas de Internet.
Ahora Chávez ha iniciado su embestida cibernética y, según el ministro de Obras Públicas, Diuosdao Cabello, el gobierno y el partido chavista van a "tomar por asalto" las redes sociales para contrarrestar las opiniones que a través de ellas emiten sectores opositores.
Este nuevo método de acallar críticas, combatir a los opositores y crear una opinión pública favorable, es una variante del activismo ideológico que también comenzó a practicarse en la Argentina a través de los "blogueros K", un grupo kirchnerista patrocinado por el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, para contrarrestar la imagen negativa del matrimonio presidencial en las redes sociales y ponderar los éxitos del modelo. Lo grave es que tanto en nuestro país, como en Venezuela, las legiones de cibernéticos oficialistas están pagados por el erario, es decir por todos los ciudadanos.
