El menosprecio a la concepción de la vida humana es una forma de discriminación con raíces culturales y económicas muy profundas. Supone un hecho evidente: acabar con la vida de un concebido humano. Se trata de un ataque al origen de la vida humana y no tiene ninguna justificación, ya que la misma debe protegerse desde el mismo momento de la concepción. Los argumentos letales de la ciencia muestran el desarrollo del cigoto que es condición necesaria pero no suficiente para generar un ser humano. No alcanza la información genética de los padres, no es suficiente y por lo tanto, es necesaria la provista por la madre a través de la placenta. Para la mayor parte de las legislaciones, la persona humana comienza por el nacimiento con vida, es decir cuando el bebe se separa completamente de la madre. Si el embarazo se interrumpe en forma natural o provocada antes del nacimiento, la persona se dará por no haber existido nunca jamás. El problema "increíblemente” radica en establecer donde hay vida humana, concepto que responde más a "intereses o cuestiones personales” que a hechos. La biología no define vida humana sino que define vida. La palabra vida se restringe a toda célula y a su extensión. De ahí que un embrión humano está formado por células vivas pero todavía no es un ser humano, y así, siguiendo la biología, un embrión es un proyecto de ser humano que necesita de una serie de pasos que ocurren dentro del útero para llegar a ser un ser humano. Sin embargo, el concepto de vida humana no es una convención arbitraria que responden a acuerdos sociales, jurídicos, religiosos y ni siquiera a la mismísima biología, sino que se escuda en el rigor propio del conocimiento científico. Por lo tanto es un quebrantamiento interrumpir un embarazo prematuramente. Así, el aborto es: la terminación deliberada de un embarazo humano en los primeros momentos y/o semanas del mismo. La embarazada no tiene que tener la opción y el derecho de interrumpir el embarazo prematuramente porque no se trata de un conflicto de la madre, se trata de un problema que tiene la mujer con su embarazo y no la condición de madre, pues la madre se convierte en una especie de custodia de su embrión a causa de su propia naturaleza y jamás lo destruiría. Entonces, no son necesarias convenciones sociales, problemáticas psicofísicas o religiosas que no se condicen con la gradualidad del desarrollo intrauterino. Hay que diferenciar evidencia de postulados oportunistas. Ante semejante ignorancia o atropello respondemos: al ser humano le gusta vivir y disfrutar de la vida sabiendo que la tiene, sin embargo en múltiples casos impide su desarrollo o la destruye. La vida, resiste a todo concepto del hombre pues es anterior a él. Está exenta de toda moral, ideología o dogmatismo, no está sujeta a política alguna ni pende de ninguna concepción, ley o interés reduccionista. Ahora, la vida humana, necesita simplemente de su reconocimiento y educación.

Con una buena educación que ponga límites y responsabilidad al acto sexual, la concepción y generación de la vida no correría ningún peligro.

Hay vida humana desde que el embrión existe como tal. Lo que pasa es que esta información se toma con despropósito. La discusión empieza desde que valoramos si el ser humano puede tener disponibilidad sobre otra vida humana o si vale más la vida de la madre que la del niño, un absurdo catastrófico. Aún así se sigue destruyendo la vida del concebido con el implícito y progresivo ataque al origen de la vida del ser humano.

 

Por el Prof. Mario Daniel Correa D’Amico  –  Filósofo y Pedagogo -Investigador en Antropología Cultural – Orientador escolar en educación familiar.