La atracción por el poder atraviesa muchas de la relaciones sociales, sean estas individuales o no. Algunos grupos demuestran su fortaleza haciendo manifestaciones públicas y así alejan cada vez más la calidad de la cantidad, aunque es probable que no tengan en cuenta este tipo de datos. Otros operan desde las sombras y en esta caracterización no están ausentes las prebendas. La realidad es que se vive en una cultura de conflicto y que algunos de los que están al frente de una organización tienden no sólo a preocuparse por las relaciones de poder, sino que suelen pensar y hablar del poder como si su ejercicio fuese parte de una competencia cotidiana.
Al poder se lo define de muchas formas pero en la práctica se observa que es la posibilidad de ejercer algún tipo de fuerza sobre los demás. Se advierte tanto en declaraciones públicas como en las tribunas políticas abiertas. En nombre de ese poder -que no se lo menciona pero se ejerce- se genera una fuerte oposición, o una oposición casi destructiva, hacia quienes no piensan igual y ello retrasa culturalmente a los países.
De esta manera el disenso, ese ejercicio natural y de beneficio para una sociedad democrática y desarrollada, no se tiene en cuenta. Es sencillo, el disenso no conviene a quienes no ven más allá de sus propios beneficios que a la vez son el objetivo de sus actividades individuales.
La primera actividad colectiva afectada es la política que hace que los jóvenes ni por asomo piensen en ella, indiferencia que dentro de pocos años se va a pagar socialmente muy cara.
Hace más o menos una década que el periodista e investigador americano Alvin Toffler escribió que "el poder, que en gran medida nos define como individuos y como naciones, está pasando por un proceso de redefinición".
Ese proceso dio en EEUU grandes muestras, la última fue la inclusión de Hillary Clinton en el gobierno de Barak Obama como Secretaria de Estado, luego de una interna partidaria que fue larga y sirvió para acuerdos de colaboración.
Tal vez esas internas partidarias -que no se hacen en la Argentina- deberían llamar más la atención y servir de objetivo a los políticos para replantear actividades.
Lo que pasa en el ámbito académico. En nuestro país se cursa en algunas universidades la licenciatura política. Hace algunos años sólo el 0,2 % de los egresados se desempeñaba en actividades políticas pero como asesores, nadie actuaba en cargos directivos.
El no madurar en política genera atrasos sociales de los cuales la gente no se da cuenta. Para entenderlo basta observar cómo se está desarrollando la campaña actual y advertir que los equívocos crecen en forma paralela a las intenciones desmesuradas del poder.
La idea de Toffler sobre redefinir el poder es porque al avance cultural hace que se incorpore el factor conocimiento que dio muchos resultados a la sociedad como la incorporación global de los ordenadores y de la información. Hay, también una frase célebre de Winston Churchil al respecto "Los imperios del futuro serán imperios de la muerte", dijo. Es decir todo se encamina hacia la globalización.
Cuando estos pensamientos se plasmaron, los países no se habían nucleado para trabajar en forma mancomunada por el progreso. Es decir, no existía la Comunidad Europea ni asociaciones orientales.
Volvamos a Toffler "el poder no es bueno ni malo, sino sólo una dimensión más dentro de las relaciones humanas" dimensión que provocó violencia, riqueza y conocimiento y le cambió el rostro a la sociedad. La fuente del poder no es sólo más calidad, sino calidad como fruto del conocimiento y, además, el ingrediente más importante de la fuerza social.
Por qué los argentinos tenemos la sensación de estar tan alejados del mundo desarrollado. Cuando hablamos de la aplicación del conocimiento en el desarrollo de la sociedad, lo entendemos casi como la cúspide de una pirámide a la cual nos costará acceder y nos costará porque se han dejado de lado los signos cualitativos de la base piramidal, esto de la educación básica. Ya pocos hablan y escriben bien.
Nadie -ni personas ni países- avanzan sin educación. Y aquí hemos caído culturalmente en forma estrepitosa. Hay un ejercicio revelador: ordenar la biblioteca y comparar la edición de libros de hace quince años o más con los de la actualidad. Alguien dirá que las editoriales adecuan su producción al gusto temporal de la gente. Es cierto pero no lo es menos que el gusto, o las tendencias de la gente, expresan el nivel educativo.
Enseñar desde lo básico tal cómo se anticipa que será la educación del futuro. Todo sobre cuatro pilares: matemáticas, lengua, historia y geografía.
