El estado de las cuentas públicas ha comenzado a preocupar a los analistas que siguen la evolución del Presupuesto nacional, más allá de las erogaciones por los pagos de los compromisos externos, lo que obligó a ampliar el cálculo de recursos financieros y emitir deuda por más de 10.000 millones de pesos. A esta altura del año varios organismos han agotado prácticamente las asignaciones anuales, potenciando la deuda pública.

A partir de los propios informes oficiales, se observa el deterioro de las cuentas, que hasta abril registraron un déficit de 4276,6 millones de pesos, lo que representa un aumento del 39,5% con respecto al mismo período del año anterior, en tanto el balance primario mostró un superávit de 671,7 millones de pesos, con una caída interanual del 53,5 por ciento. Con los resultados de abril, el primer cuatrimestre cerró con un déficit financiero de 19.456,5 millones de pesos, o un 28,5% superior al mismo período de 2013.

El alarmante aumento del gasto deriva de decisiones políticas del Poder Ejecutivo nacional, y no sólo por asistencialismo sino por la necesidad de sostener erogaciones imprescindibles como las del sector energético por la compra de combustibles a precios internacionales y financiar obras del sector, caso del Gasoducto del Noreste. Se suman los mayores gastos en seguridad federal y los incrementos en las Fuerzas Armadas, pero también el sostenimiento del déficit operativo de Aerolíneas Argentinas, que ya consumió el 66% de los fondos asignados para todo 2014.

Los desequilibrios de caja parten desde la misma concepción del cálculo de gasto y recursos de la Administración nacional. Las proyecciones para 2014 fueron demasiadas optimistas, como estimar un crecimiento económico de 6,2%, la inflación anual del 9,9% y prever un tipo de cambio de 6,30 pesos por dólar. Ante la realidad de nuestros días, es probable que deba hacerse una nueva ampliación presupuestaria antes de fin de año.

Para atenuar el rojo financiero, que ya se presenta en llamas, nuevamente se echó manos a las utilidades del Banco Central durante el período 2013, por 17.000 millones de pesos girados al Tesoro, reflejo de la reciente devaluación del peso frente a la divisa norteamericana. Es decir, para auxiliar al Gobierno, hubo una transferencia del poder de compra del sector privado hacia las arcas públicas, erosionando más todavía la solvencia de los argentinos castigados por el llamado "impuesto inflacionario”.