
En agosto del año pasado se anunciaba -como todos los años con varios meses de antelación-, que la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, se realizaría entre el 28 de abril y el 18 de mayo de 2020. Indicaban que el predio de Palermo tendría como invitada a la Ciudad de La Habana y en alusión a la situación económica que el país atravesaba en ese momento, se instaba a valorar esta feria en su edición número 46 como "productora de bienes económicos además de culturales".
El predio ferial debió llenarse hace algunos días ya, del rumor de las voces que apagan pasos en los pasillos alfombrados pero llenan de color y de miradas curiosas cada stand que ofrece lo mejor de sí con no solamente el criterio de la venta sino con lo que tiene el evento de paseo recreativo y de enorme demostración cultural para todos los gustos y expresiones.
Por las razones mundiales conocidas que nos afectan, y por primera vez en un hecho sin precedentes, esto no ha sido así y en un momento ese lapso de 15 días que significa todos los años un repunte para los libreros en medio de la gran crisis editorial argentina, dejó paso al silencio y la incertidumbre. Lo festivo y anecdótico quedó al margen, el bullicio de los escolares, las diferentes propuestas provinciales y tantas otras riquezas de la feria, como conferencias, contactos con los autores, charlas y demostraciones y sobre todo esa calidez especial que los visitantes tienen y que acompañan con alegría y mucho respeto todo aquello que los provincianos llevamos esperanzados al lugar para dejar bien en alto el nombre de nuestra provincia y sus escritores. El mundo entero contempla como miles de grandes e importantes eventos se han debido dejar sin efecto sin fecha y el calendario entero se ha visto modificado o directamente suspendido. Sin dudas un gran latigazo para las espaldas de muchas editoriales importantes y pequeñas, tradicionales o nuevas -ya jaqueadas por una multiplicidad de problemas-, que esperan esos quince días con mucha expectativa y a veces con la sola ilusión de por lo menos recuperar la inversión.
Los hoteles, las calles, los paseos, los cafés y restaurantes, todos estarán sintiendo esta ausencia forzada y ajena a los motivos por los cuales una feria de tal magnitud podría cerrar sus puertas, como sería no convocar más o no tener la afluencia necesaria lo cual ni en los peores momentos de la economía ha sido el caso. Por el contrario, ha apostado más fuerte y ha conservado su estatura de Feria Internacional muy importante para las visitas de diferentes países que la aprecian en su verdadera dimensión. Ha aprendido a reinventarse y a brillar en todo su esplendor cada edición. San Juan mismo, dejaba lo mejor de sí en su stand que fue creciendo conforme pasaban los años con distintos "leit motiv" sobre los cuales los escritores hemos trabajado a conciencia para llegar allá con la mejor propuesta.
El lugar este 2020 lucirá desolado, lo hemos visto cuando la feria no está latiendo en el pulso de la ciudad y es realmente abrumador. Pero sus hacedores, que en cuatro décadas y media le han dado su impronta cosmopolita y de gran relevancia mundial, habrán de volver cuando así lo señalen los nuevos tiempos a los que estamos empezando a acostumbrarnos y los libros vuelvan a ser los protagonistas de un lugar único, pleno de matices y verdadero orgullo nacional.
Por Ada Gámez
Expresidente de la Sociedad
Argentina de Escritores (SADE)
Filial San Juan
