La Iglesia es la institución que está más cerca de los problemas sociales y realiza un seguimiento permanente para determinar cómo evolucionan, si hay respuesta de las autoridades para solucionarlos, o las medidas dispuestas con el fin de mantenerlos controlados. Lejos de estas expectativas, el flagelo del narcotráfico incentivado por el crecimiento del consumo de estupefacientes ante la inacción oficial, han dado lugar a una reiterada advertencia.
El narcotráfico y el mayor consumo fueron tema de la reunión de la Comisión Permanente del Episcopado, en el 171ro Encuentro, realizado la semana pasada y presidido por monseñor José María Arancedo. En esta ocasión trascendieron algunas conclusiones del debate de los obispos, a través de un vocero, donde la luz de alarma fue más intensa, refrendando las palabras del cardenal primado de la Argentina, en oportunidad de celebrarse la reciente fiesta de San Cayetano.
Mario Poli denunció en esa conmemoración la falta de compromiso en los poderes del Estado para acabar con el narcotráfico y la corrupción: "Los argentinos en estos días escuchamos hablar, de vuelta, sobre la lucha contra el narcotráfico, los caídos y la fuerza policial, pero a pesar de ello la situación no mejora. Por ese camino, estamos como estamos”, remarcó el prelado.
No son palabras aisladas sobre el tema sino todo lo contrario. La Iglesia viene alertando en los últimos años sobre el avance del narcotráfico, sobre todo, tras la polémica que desató el papa Francisco al deslizar que cree que la Argentina dejó de ser un lugar de paso de la droga para transformarse en un país en el que se fabrica. Incluso, ya en noviembre de 2013, se difundió un documento en el que se afirmaba que "si la dirigencia no toma medidas, costará mucho tiempo y mucha sangre erradicar las mafias del narcotráfico”.
En esta línea, el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, refiriéndose a los narcos observó que "estas mafias van también en contra de la democracia, porque al operar fuera de las leyes del Estado ceden soberanía del pueblo al crimen organizado”. Es que no se puede tener una mirada ingenua sobre este drama porque hay mafias que se enriquecen y oprimen gracias a la corrupción y a una complicidad que abarca diversas estructuras políticas y sociales, ya sea por dinero o por el miedo debido a las amenazas de los delincuentes infiltrados en el quehacer diario.
