A eso del medio día del 5 de abril de 1948, media España quedó paralizada. La mayoría de las tiendas, oficinas y fábricas cerró sus puertas, mientras en las calles de Madrid y otras ciudades de provincias la gente se reunía y comenzaba a marchar en multitudinarias manifestaciones ondeando banderas argentinas y españolas. Las concentraciones convergieron en la plaza de Alonso Martínez frente a la embajada argentina donde ya se habían formado largas colas para firmar los pliegos instalados en el portal del edificio a fin de "ratificar” popularmente el protocolo Franco-Perón, firmado en Buenos Aires 2 días antes.

Era el momento culminante de posguerra entre la Madre Patria y la Nación Austral, una de las más ricas del planeta. Además se pretendía ahuyentar en los próximos años el terrible fantasma del hambre que había asolado a España desde la Guerra Civil. Y algo más: demostraba al mundo que España víctima del aislamiento internacional tenía quien la quisiera a pesar de las notorias connivencias del régimen franquista con el Eje (Alemania, Italia y Japón) demostrado en la reciente Guerra Mundial. Todavía el 10 de abril se manifestaban los estudiantes de Santiago de Compostela frente al consulado argentino para victorear al gobierno de Buenos Aires, y muchas calles de varias ciudades las bautizaban con el nombre del general Perón.

Antes de la Guerra Civil, las exportaciones de trigo, maíz y carne congelada eran pequeñas, pero al final de la contienda se multiplicaron. La balanza comercial hasta entonces adversa, empezó a inclinarse a nuestro favor. Argentina se convirtió en el mayor exportador a la península por valor de 96 millones de pesetas oro contra 5 millones de exportaciones españolas en 1939.

Para su transporte, no había suficientes bodegas, por lo cual el régimen franquista, requisó barcos particulares. La Compañía de Electricidad Argentina, le concedió a España un crédito de $ 35 millones (5 millones de dólares de la época) para la adquisición de nuestras afamadas carnes. En los años 40, el hambre era un problema para toda España. La Comisión Médica nombrada por el Director de Sanidad advertía en agosto de 1941: "En el próximo invierno podrían producirse entre 1.700.000 y 2.000.000 de fallecimientos por hambre o enfermedades relacionadas con la desnutrición. En Enero de 1942, el gobierno de Buenos Aires concedió a Madrid otro crédito de 160 millones de pesos para el pago de las exportaciones argentinas; también se firmó un convenio: una comisión española presidida por Eduardo Aunós, llevó adelante las negociaciones Blas Huete, y el embajador Antonio Magaz lo firmó el 5 de setiembre. Argentina se comprometía a vender 1 millón de toneladas de trigo y 3.500 toneladas de tabaco, a cambio de 30.000 toneladas de hierro y acero por año. España además, iba a construir 2 barcos mercantes de 9.000 toneladas cada uno y un destructor tipo "Cervantes”.

Nuestro país cumplió escrupulosamente sus envíos de cereales, pero no encontró la misma respuesta de la otra parte. En enero de 1943 la embajada argentina se quejaba por ello. No obstante el presidente argentino Ramón Castillo accedió a enviar 50.000 toneladas de cereales sin esperar la llegada de materiales férreos. Sólo en mayo de 1943 llegaron a Buenos Aires las primeras 3.000 toneladas en el buque "Monte Amboto”, enviados por Franco para aliviar las tensiones.

A pesar de que en junio del 43 un golpe militar terminó con nuestro gobierno conservador, el envío de cereales continuó. En Junio de 1946, Argentina se había convertido en la principal abogada de España en las organizaciones internacionales. En abril, con Perón como presidente, se firmó un nuevo convenio comercial.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el régimen de Franco intentó mostrar su cara nacional-católica y anticomunista y borrar su pasado pro-nazi. Pero los archivos alemanes encontrados por los Aliados, demostraron lo contrario, motivando un boicot de Inglaterra, EEUU y Francia.

El general Perón (que había asumido en junio del 46) nombró embajador en Madrid a Pedro Radio con precisas instrucciones de apoyar a España en todo lo posible. Esto se prolongó hasta 1950. Pero para entonces las relaciones ya se habían deteriorado y el idilio hispano-argentino llegaba a su fin. Argentina exigía que la masa de dinero de sus exportaciones debía tener una referencia de cambio en valor oro. España se quejaba de que Argentina no invertía en su país. Ambas se reprochaban mutuamente que sus exportaciones estaban sobrevaluadas. Finalmente Argentina suspendió todos los tratados económicos que había firmado en 1946-1948. En 1949 dispuso un embargo parcial a las exportaciones a España. La negativa española de llegar al oro o al dólar los saldos, se explicaba por la disposición de EEUU a prestar asistencia en caso de que España tuviera problemas con Argentina.

Franco aprovechó la oportunidad que le presentaba el comienzo de la Guerra Fría. El aislamiento español llegaba a su fin, y con ello prácticamente se debilitaba la dependencia de los envíos argentinos. España terminó de pagar la deuda a Argentina en términos muy favorables para Madrid en los años 70.

(*) Escritor.