Si bien el fenómeno de los barrabravas tomó notoriedad en la década del ’60, con los famosos hooligans ingleses, hay antecedentes de violencia en el fútbol en 1912, en ocasión de un partido disputado entre el Liverpool y el Manchester United que debió ser suspendido por agresiones de las hinchadas. En nuestro país, este fenómeno se dio en los inicios de la década del ’80, en coincidencia con la vuelta de la democracia, con el nombre de barrabravas, extendiéndose posteriormente a los demás países latinoamericanos donde actualmente su presencia también es muy preocupante.
En un intento por tratar de definir el tema de la violencia en el fútbol, en el que los barrabravas son principales protagonistas, se sostiene que la violencia aparece cuando la dirigencia no aplica controles suficientes y no se preocupa de que los encuentros sean un espectáculo alejado de las agresiones.
En el origen de las barrabravas argentinas encontramos hinchadas mucho más ingenuas que las actuales, las que se fueron institucionalizando hasta convertirse en un factor de poder. Ya organizadas, estas agrupaciones son utilizadas por las dirigencias deportivas o políticas para alentar, con sus bombos y pancartas, partidos de fútbol o actos proselitistas.
Con el ingreso en el negocio del fútbol mediante la reventa de entradas, organización de viajes y manejo de los estacionamientos, surgen las principales fuentes de financiación de estas organizaciones, que se manejan en la clandestinidad y en contacto con el poder.
La impunidad ante los hechos de barbarie en las canchas y fuera de ellas, como los destrozos que provocó la barrabrava de Nueva Chicago en el hospital Santojanni, después que uno de sus miembros muriera a consecuencia de las heridas sufridas durante un ataque entre hinchadas, habla a las claras que cuentan con el apoyo de encumbradas personalidades del poder. Las mismas que conocen a la perfección que no están en condiciones de enfrentar a los barras por el temor de recibir represalias o porque han pasado a ser socios de ellos.
El daño que las barrabravas le han hecho al fútbol hace necesario que se tomen medidas para desarticular este fenómeno que amenaza con seguir presente en las canchas, con el comportamiento violento que lo caracterizan. Las acciones deben ser tomadas en conjunto por todos los sectores que participan del fútbol sin excepción, ya que mientras una sola de ella ignore esta necesidad, los barras seguirán vigentes como un fenómeno social que es promovido desde el estricto plano de la conveniencia.
