Cuando creíamos que el destino del mundo y de los seres humanos estaba controlado despertamos a la cruda realidad. Las mismas palabras temidas de la violencia, inseguridad, marginalidad, hambre, racismo, discriminación, fundamentalismos, resucitan a una nueva momia de ultratumba que a un cementerio añejo parece llevar ¿No era acaso el populismo el remedio para todos los males en nuestra América actual? ¿Qué dejó el populismo? ¿Aquellos intelectuales del populismo triunfaron?  

Ahora, nos solemos contentar, cuando dos personas pueden dialogar en TV. Aplaudimos, cuando cada tanto, parece algún inspirado (o algún emprendedor), que desentona ante tanto aire de entonación aparente. Discutimos sin hacer afirmaciones sensatas porque es mejor decir algo sin decir nada. 

Los filósofos y escritores siempre molestan, porque pregonan las esperanzas superables, pero aún más, porque condenan las injusticias, que en estos tiempos se presentan como lo insuperable.  

El pensador de la realidad no está hecho para las cámaras, cuando sólo figuran los nuevos filósofos con algún periodismo de investigación, o panelismo de buenos modales. Las investigaciones bien escritas, que siempre vienen a reflotar lo ya conocido, se publicitan como lo mejor. Cuando el cerebro está distraído o descuidado lo cotidiano es lo que tiene pantalla. Las cámaras y comentadores siempre aparecen como "lo aliado y afinado” a todo lo vano. Ya no interesan los que se sacrifican todos los días para ganarse el sustento, que son honestos y fieles a sus ideales. Ahora, deleita el pescado podrido. El común consume lo ficticio. Ahora, docentes, doctores, intelectuales, reavivan la voz de lo popular, el aguante, o de los intelectuales casi derrotados que solo deben debatir ideas por debatir. Y, un neoliberalismo herido que pretende imponerse, con las viejas recetas de siempre. Tampoco es la solución para estos tiempos complejos de revalorizar al "ser sobre el tener”. Ambos despojan al hombre de "la dignidad de ser”. La historia misma de este principio del siglo XXI parece debatirse en torno a una teoría de las dos espadas de un aparente populismo víctima y un neoliberalismo victimario. Al respecto, creo que acá no hay víctimas ni victimarios, sino una guerra encarnizada que lleva al vaciamiento y a la violencia. Es que esto es lo que dejó el racionalismo moderno que tanto condenó la interioridad. El sin sentido cambió la vieja teoría de las dos espadas del "Rey y el Papa”, por la nueva teoría del "Popular y el Neoliberal”.  

El sin sentido de las cosas cambió la teoría de las dos espadas del "Rey y el Papa”, por la teoría del "popular y el neoliberal” 

Precisamente, fue el mismo Marx con aciertos y con errores, quien entendió verdaderamente esta lucha. Léanlo detenidamente para no ser mas marxistas que Marx, o más populistas y neoliberalistas que los mismos populares o liberales. Y como lo dijo Marx: "Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por su pasado”. No obstante, si valorizamos el cerebro dando al docente el lugar que ocupa, creo que lograremos superar esta dicotomía con una propuesta superadora.