Con la inauguración, el 13 de octubre pasado, de su sede propia y definitiva, se abrió un nuevo capítulo en la historia del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, que comenzó a escribirse en noviembre de 1934 al crearse por decreto del gobierno de Juan Maurín, la Primera Comisión Provincial de Bellas Artes, entidad oficial que dos años después, el 26 de noviembre de 1936, inauguraba para los sanjuaninos el Museo Provincial de Bellas Artes.

De aquel acontecimiento se cumplirán 75 años que fueron revividos la noche inaugural del edificio propio, construido por el gobierno de la provincia. En realidad como en aquella oportunidad del siglo pasado esta noche de octubre fue una velada en la que el arte y la creatividad estaban presentes, con artistas invitados y exposición de obras premiadas similar a lo sucedido en la velada de noviembre del viejo San Juan, que reunió a los trabajos distinguidos en el XXVI Salón Nacional de Artes Plásticas.

Lamentablemente se obvió en el video exhibido en el acto de inauguración, el proyecto de los hermanos Raffo de lo que sería también la sede propia del Museo, obra que contaba con el otorgamiento de un subsidio por el Gobierno nacional. Se trataba de un gran esfuerzo que no se concretó por diversos motivos, incluido el terremoto de 1944.

No obstante, ante el trascendental hecho histórico del 13 de octubre, resulta justo y necesario recordar a los benefactores, que felizmente no son pocos; a aquellos artistas que se desprendieron de una o más de sus obras para ser sorteadas y reunir fondos; a los que le dedicaron horas de su tiempo para organizar homenajes, exposiciones y todo acto de extensión cultural y difusión de lo que representa el Museo. En fin a los que nunca negaron su apoyo económico para el mantenimiento del edificio, porque el Museo pasó largos periodos de vacas flacas.

Recordar igualmente a esa gente que a través de las entidades de voluntarios, le puso el hombro para superar las falencias de escuálidos presupuestos destinados al área cultural.

En ese sentido resulta imprescindible recordar a Santiago Paredes, MIguel Angel Sugo, Alfonso Terranova y José Luis Victoria, director del Museo. También a Marcos Estrada y Jorge Lagos, donantes de valiosas colecciones. Mención aparte para un gran amigo y constante colaborador, Arquímedes Di Lorenzo y a la Asociación Dirigentes de Empresa que financió los premios del Salón de Primavera para artistas autodidactas.

La lista es muy extensa y es fácil caer en la injustIcia del olvido, algo que he intentado no ocurra a través de la serie de notas que he publicado en estas páginas, acerca del formidable aporte a la vida cultural de San Juan que representó la creación del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin. San Juan brinda por este nuevo capítulo en la vida de esa fuente artística y ese inolvidable motivo me autoriza a expresar mi desacuerdo con el título de tapa publicado el 14 de octubre en este diario, porque el Museo siempre fue, es y será de los sanjuaninos. Hay 75 años que lo avalan.