Mientras que en nuestro país, cada gestión que asume menosprecia lo que hizo su predecesor, Brasil demuestra al mundo la madurez política de mantener inalteradas las directrices del desarrollo planteadas hace décadas, más allá de los recambios presidenciales.
El vecino país avanzó ya al octavo lugar en el ranking de las diez primeras economías mundiales, desplazando a España. El fuerte aumento de sus exportaciones reflejó factores exógenos que tienen que ver con el favorable contexto internacional que fortaleció los mercados de "commodities” agrícolas y metálicos, pero fue también el resultado de aprovechar las oportunidades como estrategia de desarrollo promovida por el Estado y por los grupos empresarios que buscaron el mercado externo como una opción permanente de ingresos.
Además, las políticas de incentivo a la renta y el combate a la pobreza a través del programa Bolsa Familia generaron un mayor impulso de la demanda interna, que surge como otra fuerza que dinamiza el crecimiento. Es aquí donde la clase media, que hoy alcanza a más del 50% de un país de 193 millones de personas, juega un rol estratégico como principal destinatario de la producción. La expansión de la clase media fue una de las obsesiones de Lula para quien Brasil no será un país soberano y libre hasta que su población no esté en condiciones de votar y pensar.
En 2008, Brasil se transformó en el segundo exportador mundial de alimentos, después de EEUU y hoy está entre los mayores productores mundiales de carne bovina y su producción de granos cubre 47,3 millones de hectáreas. Según la FAO, la demanda mundial de alimentos se duplicará en los próximos 20 años y Brasil aumentará su producción y exportación de alimentos en un 40% de aquí a 2019, mediante un nuevo salto tecnológico y productivo. Si estos pronósticos se confirman, éste sería uno de los flujos de comercio mundial más grande de los próximos años.
Socios con escalas y políticas diferentes, el riesgo hacia el futuro para Argentina está abierto y es quizás el de instalarse en una dinámica de centro y periferia productiva con un Brasil que ha comenzado a demostrar un peso demográfico, comercial y productivo, y por haber aprovechado las oportunidades mundiales, algo que desde hace unos años, nuestro país viene descuidando.
