En toda la empresa libertadora fueron soldados, artilleros, arrieros, baquianos y vadeadores. 


Radicado San Martín en Mendoza, asumió el gobierno iniciando sin titubeos su plan libertario. Fue entonces cuando la Nación percibió maravillada al pueblo cuyano, esgrimiendo una fuerza gigantesca en los preparativos de la heroica hazaña. En aquellos históricos años, 1816-1817, la región de Cuyo se convirtió de la noche a la mañana en un eficiente laboratorio de armas. 


Aparecen constructores especializados y obreros que convierten al pueblo completo en una inmensa fábrica de soldados y armas. Manifiestan los historiadores que se produjo "un fenómeno reconocido de que el esfuerzo aislado de un pueblo, resulta siempre con trascendencias favorables a la totalidad de los pueblos...". 


Hace 200 años hubo en nuestras tierras un febril y excepcional movimiento. Según el diario militar, San Martín, en su gabinete, rodeado de papeles con noticias que van llegando, va acelerando su plan. Vacunos y grandes tropillas de caballos bien herrados, se van internando en las montañas. Son, las que luego alimentarán y se utilizarán de remonta al ejército expedicionario. 


Sobre las montañas sanjuaninas, como la Cordillera del Tigre, del Espinacito y la cordillera Madre, "se enhorquetó aquel ejército de la libertad". Se destaca el significativo aporte de los jachalleros a esta escena. El historiador Rocier Bravo dice: "En esta cruzada por la libertad, Jáchal no sólo no estuvo ausente sino que, dicho sea con toda modestia, colaboró más que ningún otro pueblo de la provincia. Aunque tal afirmación parezca algo exagerada su explicación es lógica, porque fue suya también la contribución del actual departamento de Iglesia, entonces distrito perteneciente a su jurisdicción...".  


El río Volcán, desde donde se desprendió el mayor de Ingenieros don Antonio Arcos, comandante de avanzada. Con sus tropas, entre la que actuaba el osado Juan Lavalle, capturaron Putaendo, seguidos por la vanguardia de Soler y el "sableador de Ayacucho", Mariano Necochea. 


En San Juan la columna dirigida por el teniente coronel Juan Manuel Cabot junto a valientes sanjuaninos, amparados por una bandera bordada, lograron decididas victorias en Cañada de los Patos, Barraza, Salala, Coquimbo y La Serena. Luego de liberado el norte chileno, San Martín y sus subordinados homenajearon el coraje del pueblo cuyano, en particular del sanjuanino. 


En toda esta empresa los sanjuaninos fueron soldados, artilleros, arrieros, baquianos, vadeadores -varios de ellos chimberos (según la tradición oral preservada por mi familia) y hasta confidentes, como aquel reservado Moyano, espía de confianza de San Martín, muerto en Santiago por los Talaveras de Sambrano.