Castro - Gil - Marinero - Aranda


La lógica hizo su trabajo y las gestiones de Franco Aranda (Capital) y José Castro (Angaco), terminaron en la Justicia. Y es muy probable que las administraciones de Marcelo Marinero (Iglesia) y Julián Gil (Caucete) sigan el mismo camino. Tres de esos exintendentes quisieron repetir mandato, pero los vecinos los frenaron, y el restante -Castro- puso a un candidato con el dedo, pero los votantes se lo bocharon en las urnas, quizás porque el pollo llevaba su mismo apellido o porque venía con su apoyo, o ambas cuestiones, no se sabe. Con matices, a los cuatro los atravesó el mismo error: no escuchar.


El gobernador Sergio Uñac, en su mensaje de asunción de esta semana, dedicó varios pasajes a esa palabra: "Escuchar fue, posiblemente, la herramienta que más resultados nos dio en la gestión. Porque escuchamos a quienes no tenían vivienda. Escuchamos a los productores que no podían acceder al crédito....", y siguió con varios ejemplos más. Esas frases pueden sonar a muletilla electoral, es cierto, pero esconden una herramienta vital para la política: la comunicación.


Los buenos muchachos de esta historia (Aranda, Castro, Gil y Marinero) no tuvieron esa capacidad. Al primero le advirtieron a fines del año pasado que algunas de sus decisiones habían impactado en el electorado de Capital, le pidieron cambios y se negó a hacerlos. Por ejemplo, se le ocurrió armar una conferencia de prensa para responder cuestionamientos sobre la remodelación de la Peatonal, cuando las críticas casi se habían extinguido. Pidió consejo, le dijeron que no la hiciera y la hizo igual. Sólo logró reavivar las críticas, porque no tenía nada para anunciar. Papelón.


A Castro le dijeron que no era oportuno ni electoralmente favorable poner como candidato a su hermano, que además es muy joven y no tiene experiencia, e igual lo hizo. Perdió por paliza. Al caucetero lo criticó todo el país por sus designaciones polémicas y por agrandar la planta política, amagó con escuchar y achicó un poco, pero no lo hizo a tiempo y perdió. En realidad Gil no hizo nada bien y en su caso, hay muchos otros motivos que lo empujaron a la derrota. Y el iglesiano es, tal vez, el peor de todos: casi todo el bloquismo (menos Graciela Caselles), le gritaba en la cara a Marinero que debía corregir el rumbo, pero siguió con su clientelismo político y despilfarro de plata y perdió a manos de un candidato con partido departamental y sin recursos, frente a los millones que manejaba de regalías mineras. Increíble. Es probable que Marinero entre en el Guinness World Records de la torpeza política. 


Lamentablemente algunos de ellos siguen sin escuchar. Aranda designó gente cuatro días antes de irse y ahora lo investigan judicialmente por ello. No solamente se comió parte de su futuro político, es probable que se haya comido su futuro laboral completo. Castro está jugando a la política con algunos personajes pasados de época. Gil quiere incorporarse al peronismo, pero obviamente no le dan lugar. Se coló en un escenario junto a Alberto Fernández, pero lo bajaron de un hondazo. Ya es tarde. Si hubiera arreglado con el PJ en su momento, quizás hoy seguiría en el sillón de intendente.


En resumen, en la política y en cualquier ambiente los errores se pagan caros, pero es mucho peor cuando no se sabe escuchar. Si les preguntan, probablemente cualquiera de estos buenos muchachos desearía volver el tiempo atrás y escuchar a quien les ofreció un consejo. Ya es tarde.