La provincia de San Juan es tomada como modelo en el país por muchos de sus logros en los últimos años. Nadie ignora el aumento y calidad del parque automotor que se ha transformado en una nota peculiar del Gran San Juan sorprendiendo a los numerosos visitantes que hacen las delicias de los propietarios de la vasta capacidad hotelera que también aumentó superlativamente y que sigue creciendo en virtud de una demanda que se avizora muy positiva para los próximos lustros. Este pequeño terruño, hermano demasiado menor de la portentosa Mendoza, pareciera despertar de pronto. Se ha puesto pantalones largos superando la pubertad en un intento firme por traspasar también la barrera adolescente. La tierra del huarpe se inscribió en la loable decisión política de alcanzar la adultez, forzándola con un protagonismo responsable no sólo en la República Argentina sino con notable incursión en la región latinoamericana, con relevante rol en la estrategia nacional de integración con países del cono Sur del continente. Estar presente en todo lo que le haga bien a San Juan pareciera consigna asumida sin retaceos en un acuerdo tácito al que sólo algunos pocos oponen resistencia.

La perspectiva auspiciosa nos obliga a prepararnos para un tiempo distinto en todos los órdenes donde cada sanjuanino desarrolla su actividad. Los cambios y el empuje han afectado con virtuosismo la amplia gama de actividades atendiendo en esa proyección las variadas pretensiones culturales que hacen viable las correspondientes disciplinas de una sociedad que está despertando a un ritmo vertiginoso, destacándose, también, como anfitriona en eminentes congresos internacionales de elevada jerarquía.

Más allá de considerar la panacea provinciana del desarrollo integral, justa valoración harán las generaciones de este presente contemporáneo, ya que fuera de toda especulación, estamos inmersos en un salto cualitativo al que debemos amarrarnos con inteligencia.

Pero, hay instancias donde todo lo plausible de la magna realización que avanza a gran velocidad choca con la otra cara de una misma moneda. Es la cara desagradable de todos los días cuando requerimos la bondad de nuestra obsoleta administración colmada de burocracias con arrastres viciados que superan el siglo en la mayoría de los casos y que tienen la propiedad de enojarnos y fastidiarnos en medio de la morosidad y del trámite incomprensible. Es la cara de la indiferencia funcionarial que nos hace renegar de la mano del estrés cuando necesitamos un informe que debiera ofrecerse a flor de piel en el marco disponible de tanta electrónica e informática. Es la cara de la sorna y de la burla ofensivas que hieren y lastiman profundamente a ese ser sanjuanino cotidiano, de todos los días, que levanta mufa en las interminables colas de espera y que como si fuese hijo de una grosera ironía ha conocido el sarcasmo y el cinismo antes que al funcionario que engendra desde su ejercicio la incompetencia para agilizar el burdo trámite. Es la cara irascible de la administración en general, llámese pública, mixta o privada, la que pende de los tres poderes como la de instituciones financieras o municipales; esa administración inerte llena de sospechas que sirve con ingratitud y mal al público que la sostiene.

Si pretendemos colgarnos al tren que genera tan brillante gestión reconocida en el país, los funcionarios, gerentes financieros e intendentes deberán situarse a la altura de esas circunstancias para ayudar y confluir en un proyecto común de desburocratización de la administración provincial en todos sus estamentos. Los tobillos de la comunidad ya no resisten la eterna cola de la demora injusta que además, le roba su tiempo oro. La máquina de impedir se instaló en la administración y servicios al público fundamentalmente. Debe haber una prédica constante a los empleados de todo orden y nivel, exigiendo, controlando y constatando el cumplimiento de un nuevo modo y calidad funcional de la mano del buen trato y respeto al contribuyente que permitan recuperar la dinámica racional del trámite administrativo. Así desaparecerá en los corrillos de modernos edificios el olor nauseabundo que genera la morosidad. Nuestra arcaica administración se transforma con ingenio, y además de la decisión política sería importante que los funcionarios que están en el terreno táctico adviertan que si la administración pública no se transforma rápidamente será la cruel verdugo del paciente gestor sanjuanino demasiado noble y generoso. Hace falta más apego al trabajo y el cumplimiento del horario en la repartición por parte de quienes las conducen. Eficiencia y eficacia, dos expresiones de la sana administración. Si queremos que esta era luminosa alumbre con clara idoneidad el camino que viene, urge el esfuerzo para el saneamiento y dinamismo administrativo y funcional de una burocracia que hoy, concretamente, resulta la cara contradictoria de la eminente gestión.