La Argentina necesita paz. Una tristeza sepulcral invade mi ser ante un país sin paz, estancado y dividido con futuro indiferente. Un gran cepo egoísta, irrumpe en las venas mismas de cada rincón nacional, como queriendo quebrar la paz social. Precisamente, la paz es la condición necesaria para la educación, deportes, artes, y calidez humana. "El fiero enojo pertenece a las bestias”, dijo el sabio poeta Ovidio. Ya Adorno había dicho que "si bien el progreso humano dio inteligencia, no dio sabiduría”.

Pero, siempre una paz chata es preferible a una guerra larga y destructiva. Actualmente, en nuestro país sentimos a menudo la sensación de vivir en un clima bélico sin fin, que se traduce en ataques al que piensa diferente, en descalificaciones al que no comparte mi forma de ser, o en insultos y amenazas cuando se siente alguna impotencia ante conflictos. La sabiduría que nos permita pensar soluciones efectivas a futuro sin patoterismos, solo vendrá de la mano de la paz con la felicidad, bajo el ejemplo de las autoridades. Con respecto a la paz, podemos hablar de una paz en un Estado, cuando está libre de conflictos externos e internos; y de la paz personal que hace que un ciudadano se encuentre bien con quienes lo rodean, libre de ataduras personales. La paz externa es siempre deseable porque logra un camino de restauración edificante de la realidad. En cambio, la paz interna es de momentos. Esto es así porque la mente humana para subsistir busca desafíos a vencer, problemas a enfrentar, o luchas por conquistar. Aunque, el problema de la violencia actual radica en que se persigue casi como un propósito de logros desde arriba; el buscar la tensión distractora permanente, enfrentando a unos con otros y dividiendo las aguas hasta el cansancio. El imperativo categórico del "divide, miente y corrompe que algo quedará”, subyace en las masas casi como una forma de autojustificación o de impotencia sin reacción ante los reales desafíos.

No obstante, en este clima bélico casi sin respiro que vivimos los argentinos, resulta llamativo que la única solución para una cierta tranquilidad actual es la de tener ideas, con respecto a la paz personal. Y, frente a la paz externa en saber comunicarlas. La paz interior es el mayor bien del hombre. Y, sólo conoce la paz quien no se ha dejado llevar por el fanatismo y el deseo. Lo peor que puede haber para la paz edificante es el fanatismo a ultranza, el desprecio, la terquedad, el fracaso constante sin asumir nada al respecto, el pensamiento único carente de ideas, y lo peor aún, que es el no saber comunicar sin prepotencia ni mentir esas mismas ideas.

Con respecto a la felicidad, siempre se dijo que ella es creadora de desdichas. La gente busca la felicidad o el rumbo social constructivo, y a veces se hace cualquier cosa para lograr un objetivo. Pero, ¿es válido pensar maquiavélicamente que la búsqueda de la felicidad o un fin de ambición particular justifican cualquier medio para su obtención? La respuesta es un "No” contundente: un asesino al ser feliz cuando mata no justifica sus actos de homicida. Cuando se habla de que la felicidad es solo para algunos o para los más fuertes en el mundo actual del "dios dinero liberal”, no deja de ser una farsa. Nietzsche hablaba de una moral de la esclavitud, o consolación para las masas, quienes no deberían recibir consolación dadivosa, sino luchar por la compensación en los ultrajes de corrupción padecidos en la historia. Pero, suele haber astutos, que pregonan con picardía objetivos particulares. Por lo tanto, para redondear, el hecho de que la felicidad y la paz surjan en pos de ir en búsqueda de un objetivo, no da la seguridad de que esos objetivos sean de por sí constructivos. Y, si nos acostumbramos a ello, podríamos quedar sumisos, tanto que no llegaremos a notar si las cosas empiezan a funcionar de forma deficiente. Tampoco nos importarán los discursos o desastres que vengan, porque solo veremos camuflada la maldad en la bondad de intenciones. En ello, nos destrozaremos de miedo con la obediencia debida.

O, en el sentido que le daba Shakespeare cuando especificó que "la vida, la libertad y la búsqueda de felicidad son un derecho de cada individuo”. En esta concepción encontrar la paz, consiste en poseer tolerancia, unidad, escucha, leyes sanas, respuestas y amistad para tirar el carro adelante juntos. Principios tan esenciales como anormales en la Argentina dividida de estos tiempos.

(*) Periodista, filósofo y escritor.