El Año Nuevo Babilonio comenzaba con la primera luna creciente (la primera luna nueva) luego del primer día de primavera (equinoccio vernal). Los calendarios son de dos tipos: los solares ( 365 días), y los lunares ( 29,5 días). El calendario lunar se rige por el ciclo de 29 y medio días, de la luna. En la antigüedad fue muy socorrido por la semejanza con el período menstrual de la mujer, y con el tiempo de preñez de 10 meses lunares.
Los Babilonios iniciaron el uso del calendario lunar, y descubrieron en 432 a. C. el ciclo metónico de 19 años, que corresponde exactamente a 235 meses lunares, siendo el calendario solar más práctico, es el que se usa principalmente. Sin embargo, los Judíos siguen empleando el calendario lunar. Y el calendario litúrgico de la iglesia Católica tiene elementos lunares y solares. La Navidad está de acuerdo al calendario solar, pues se fija 3 días después del inicio del invierno (21 de diciembre). Y la Pascua está conforme a la luna, pues el viernes santo es el anterior a la primer luna llena, siguiente del equinoccio de primavera (21 de marzo).
El que ahora usamos fue adaptado del Egipcio, por Julio César, quien eligió el inicio del año de una manera más o menos arbitraria. En 1582, el Papa Gregorio XIII ordena que el día siguiente a octubre 4, sea octubre 15. Y que se eliminaran los años bisiestos que correspondían al inicio de siglo, excepto aquellos años divisibles por 400 (corrección de 0.0075 días/año, quedando un error de 0.00030009 días/año, o sea 43.2 minutos por siglo.) Esta reforma del calendario, aún en vigor, garantiza una discrepancia mínima entre el año civil y el real.
En 1792, la Convención Nacional de la Revolución Francesa, nombró un comité para la reforma del calendario. Compuesta por varios matemáticos, un educador, un poeta, y el gran astrónomo, Laplace. Se produjo un nuevo sistema de 10 días por semana, llamado la décade, tres décades por mes. El día contaba con 10 horas, con 100 minutos cada una, y 100 segundos por minuto. Para ajustar con el año solar, se agregaron 5 ó 6 días, según el caso. Este calendario estuvo en vigor 13 años, hasta que Napoleón Bonaparte lo abolió.
Para muchas culturas, que conforman casi dos tercios de la población mundial, el uno de enero no significa nada. Hoy coexisten más de 40 calendarios distintos al occidental (cristiano) basados la mayoría de ellos en aspectos climáticos y/o religiosos diferentes.