Con la fe puesta en la unidad del mundo, el papa Benedicto XVI, ha orado por la creación de un camino de tolerancia y misericordia a la luz de los acontecimientos políticos y sociales del llamado "efecto contagio”, que se están sucediendo en el mundo árabe en este especial momento de su historia. La represión violenta de los gobiernos dictatoriales contra los pueblos dominados que rechazan la hegemonía del poder con un sometimiento sangriento, junto a la exacerbación de los fundamentalismos, preocupa a Occidente por las muertes civiles, víctimas del reclamo de democracia.

Con su habitual palabra rectora y luminosa, el Santo Padre se ha dirigido a la multitud congregada en la Plaza de San Pedro, en un llamamiento a la oración por el orden universal y el progreso humano sin necesidad de la confrontación y los desencuentros. Pero también en este acontecimiento multitudinario en la Santa Sede, el papa, ha tenido palabras de aliento para Latinoamérica, en especial para Colombia, donde se está promoviendo cada vez más un apoyo franco y directo a la beatificación del papa Juan Pablo II.

El Sumo Pontífice junto a la habitual bendición dominical ha querido estar en vigilia permanente, destinada a serenar los ánimos y convocar a todos los credos, para que en conjunto, en una misma intención pacificadora, se haga un llamamiento

para lograr atemperar los difíciles momentos que conmueven a Medio Oriente.

Ha insistido en el camino de la tolerancia como pilar fundamental del entendimiento ecuménico y ha abogado por la construcción de un diálogo efectivo que nos lleve a no alterar aún más los conflictos e intentar finalmente el entendimiento que lleva a la pacífica convivencia humana.