En 2005 el Gobierno Nacional ponderó los resultados del canje de deuda en default, destacando entonces, la "desdolarización" de los pasivos. El total de bonos en dólares se redujo del 66% a casi la mitad, mientras que los títulos en pesos indexados por la inflación -entonces inexistente-, alcanzó un tercio del total emitido.

La euforia oficial fue al concluir el nefasto descalce cambiario, es decir recaudar en pesos y pagar en dólares, una pesada carga para el Tesoro. Cuatro años después, el ministro de Economía, Amado Boudou, acaba de anunciar que hay que "desandar" la emisión de bonos ajustados por inflación y que el Estado va a recomprar o canjear esa deuda. Y que apelará a "la creatividad", sin dar precisiones, para volver a emitir en el mercado. Tal vez sea la creatividad para explicar a los inversores por qué el mismo Gobierno que impulsó la mayor reestructuración de deuda de la historia, piensa "desandar" ese camino.

Recomprar o canjear la deuda indexada, para contener los reclamos judiciales por la manipulación estadística, no es el camino correcto. En vez de seguir alterando los índices para que el pago de la deuda no aumente en miles de millones, el Gobierno debería combatir el problema real: la inflación de dos dígitos. El manejo vergonzoso de los datos melló la confianza pública. Se refleja en la fuga descomunal de capitales, y en la imposibilidad de acceder a créditos a tasas racionales.

Lo que lo que debería hacer el Gobierno es honrar los compromisos asumidos, como obligación moral, y una estrategia inteligente para retornar a los mercados.